Los mexicanos nacemos, crecemos, comemos conchas durante toda nuestra y vida y morimos. Ese es más o menos nuestro ciclo de vida. Un desayuno sin concha y chocolatito no es desayuno. Más cuando hace frío y lo que menos quieres es salir.
El movimiento de la concha
Todo comenzó con el pequeño Ricardo, mejor conocido como el “niño Concha”. Él externo tanto su amor por este pan dulce que su fiesta se hizo viral. Recibió regalos y dotaciones de uno de los mejores panes de México.
Después siguieron las mutaciones. Josué Ribera, desde Querétaro, nos trajo la manteconcha. La doncha nació en la Panadería San José en Teotihuacán, creada por Enrique Alva. Hasta ahora la última transformación ha sido la conchurra en Asu’Mecha un local de la ciudad de México.
Y bueno de experimentos ni se diga. Como no nos basta con las cosas simples de la vida, siempre debemos exagerar. Empezamos lento, con las conchas rellenas de nata y después escaló demasiado rápido. Ahora las conchas se usan como pan para hamburguesa o las rellenan con chilaquiles.
A las “bombas”, la concha rellena de frijoles, no las metemos en esta categoría porque merecen respeto.
La concha se coronó como el pan dulce favorito de los mexicanos, pero ahora se ha vuelto un fenómeno internacional. Así es, la concha está cruzando fronteras y conquista a cualquiera que la pruebe.
En California una repostera mexicoamericana conocida como Alicia Delicias propuso crear el National Concha Day. El 8 de diciembre en el Día de la Inmaculada Concepción.
En Nueva York puedes encontrar La Newyorkina, donde Fany Gerson sirve conchas rellenas de helado y pasteles de concha.
Otro es Enrique Olvera, este chef mexicano creo una concha diferente. En vez de los tradicionales sabores de vainilla y chocolate, él la revolucionó por completo. En Cosme, su restaurante en Nueva York sirve una concha hecha con ajonjolí negro. El color grisáceo del pan lo hace único.
Como verás la concha se ha vuelto un símbolo de México, porque el amor por ella es infinito e irrompible.