Nuestros antepasados sabían cómo divertirse, y el día de hoy, te traemos uno de sus juegos más emblemáticos: El Temalacachtli. Este juego es de origen chichimeca, y a pesar de que lleva miles de años practicándose, no parece entregarse al olvido.
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Su nombre significa el juego de la piedra redonda y su historia es igual de fascinante que su forma de jugarlo. En algunos lugares también es conocido como ehecámotl, y es común en las zonas rurales de la Ciudad de México: Tláhuac, Milpa Alta y Xochimilco.
¿Cómo se juega?
El Temalacachtli consiste en un tablero con forma cuadrada que tiene varias líneas. Es como un diagrama en donde la línea izquierda del tablero es utilizada como marca para que desde ahí se hagan los tiros en el juego. El primero jugador, tiene que lanzar la piedra en la primera línea, pero con un pie y sin bajarlo.
El jugador tiene que patear la teja o piedra tratando de que salga por la zona de tiro. Si el participante baja el pie o pisa alguna línea, está “muerto”, y el turno pasa al siguiente jugador. De igual manera si la piedra sale por la zona lateral le toca al siguiente jugador.
Para pasar a la segunda casilla la memoria se ponía a prueba, pues cada jugador elegía tirar a la izquierda o derecha. Pero debían recordarlo, porque al llegar a las últimas casillas tenían que tirar en el orden que se escogió al principio. Si alguien olvidaba su tiro, automáticamente salía del juego.
¡Todo depende de tus habilidades!
En la casilla tres, importaba la decisión que habías tomado en la segunda, pues si se escogía la izquierda, la casilla tres estaba a la derecha, y si se elegía la derecha como casilla dos, la tres estaba a la izquierda. Para la casilla 4 todo se volvía más sencillo. Pero en la cinco, el nivel de complejidad aumentaba, ya que a esta casilla se le llamaba Xopitz, la más pequeña de todo el juego.
Después de ésta, las demás dependían de tu memoria, equilibrio y tino. Por ejemplo, en la casilla 12 tenías que acordarte por dónde tiro en la casilla 2 para no equivocarte y perder tu turno. La casilla 13 era la última, y en ésta se podía bajar los pies para descansar, después del descanso, si lograba sacar la teja por la línea de tiro era el ganador.
Actualmente este juego se sigue practicando en algunas escuelas, pues no sólo sirve para conocer las costumbres prehispánicas, sino para valorar la diversidad cultural que los juegos indígenas nos proporcionan. Además, desarrolla habilidades como la observación, memoria y precisión corporal.
¿Y tú, lo has jugado?