Por Ashlei Espinoza Rodríguez. Enviada
Ojos curiosos admiran sus enigmáticas cavernas, mientras a lo lejos, cuerpos semidesnudos gozan de su majestuosa cascada. En Santiago Apoala, sin importar el camino que se ande, la ancestral belleza natural del lugar atrapa a cualquiera.
Esta tierra fértil que engendra frijol, maíz y cebada, donde los árboles de encino y pino visten los senderos y el agua del rio corre sin tregua, atesora un legado natural que sus pobladores custodian desde tiempos inmemoriales y que hoy comparten orgullosos, con los amantes del ecoturismo.
Localizado en el noroeste de la mixteca alta de Oaxaca a dos horas de la capital del estado, entre frondosos paisajes solitarios, se encuentra este pequeño pueblo de apenas 845 habitantes según información del 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Estas personas son las herederas de la riqueza natural de la zona, cuya importancia y belleza le valió ser inmortalizada en la página 36 del “Códice Nuttall”, documento prehispánico de los mixtecos que data del siglo XIV donde se pueden observan algunos de los atractivos del lugar.
Al respecto, el profesor jubilado de una primaria de la zona, Ubaldo López García, mencionó en entrevista con Notimex que Apoala, cuyo nombre en lengua mixteca “Yutsa To’on” se traduce al castellano como “río que arranca”, es uno de los destinos ecoturísticos más sobresalientes de la mixteca.
“Es un pueblo milenario registrado en los códices prehispánicos que, como destino turístico, ofrece cabañas y distintas rutas que realizan guías para que los visitantes puedan conocer todos los atractivos del pueblo, tales como los senderos donde se puede practicar ciclismo de montaña.
“También hay lugares para practicar rapel ,donde hay jóvenes en proceso de capacitación; hay espacios para especialistas en parapente, para investigadores que quieren saber de la historia, ver facsímil de códices, el retablo del Águila de dos cabezas y por supuesto los atractivos naturales”, mencionó.
Dibujado con una enérgica pictografía en colores negro y gris, aparece en el códice “Códice Nuttall” el atractivo predilecto de locales y foráneos, la “Ichi Kokawani’no Ndutsa” termino mixteco que en castellano quiere decir cascada.
Conocida entre los visitantes como “cola de serpiente”, esta imponente caída de agua de 22 metros de altura que al llegar al área de reposo emite tonalidades verdes y azules, ha sido durante siglos el principal atractivo del pueblo.
A ella acuden propios y extraños para sentarse a sus pies y sentir la brisa en el rostro, o bien, uno que otro valiente que decide sumergir su cuerpo en la cristalina agua helada.
Asimismo, los senderos que han atesorado las huellas de los oriundos a lo largo del tiempo se encuentran listos para recibir a quienes disfrutan de caminar para apreciar la perfección de la naturaleza, despejar la mente con el sonido del agua del río y deleitar la vista con los árboles de musgo y las curiosas peñas “gemelas”.
Famosos entre los locales por su similitud física, estos montículos de piedra poseen en uno de sus muros lo que los locales creen que son pinturas rupestres que muestran al sol y a una milpa de maíz.
Además, para admirar este pequeño paraíso de la mixteca alta en todo su esplendor, el municipio cuenta con un mirador desde donde se vislumbra todo el poblado.
Registrada en el códice antes mencionado en una pictografía que asemeja ser la boca abierta de un animal, “la cueva del diablo”, una de las dos grutas de la zona que están abiertas al público, es el hogar de pequeños murciélagos que descansan apacibles en la oscuridad.
Con paso lento, cuidando siempre de no tropezar, los turistas descienden a las profundidades de la tierra apoyados con la potente luz de una lámpara con el objetivo de llegar a un pequeño recoveco en la gruta, conocido como la “cueva del deseo”, donde según la creencia, si avientas una moneda a su interior, se cumple tú más profundo anhelo.
Por otra parte, para este pueblo, que además de trabajar en el campo, crea curiosos sombreros y canastos de palma, el turismo significa la alternativa para poder obtener mayores ingresos que aporten a la economía familiar.
En este sentido, López García destacó que al regirse este municipio por el sistema de usos y costumbres, los beneficios económicos y sociales de esta actividad en la que participan hombres, mujeres y niños de todo el pueblo, también colaboran para el desarrollo del municipio.
“El turismo es muy importante para ellos pero falta mayor apoyo para establecer más atractivos y así crear fuentes de empleo, porque por falta de ello, hay mucha migración.
“Hacen falta tirolesas, puentes colgantes, paseo a caballo u otros servicios, pero requiere de capacitación y apoyo económico, porque lo que ganan los habitantes con sus productos de campo o de artesanías, sólo sirve para sobrevivir”, aseveró.
Después de un largo recorrido por los caminos de Santiago Apoala, un buen mole coloradito acompañado con frijoles de la olla cierra el círculo de la experiencia ecoturística que ofrece este pueblo mixteco, al cual los dioses le otorgaron todas las bondades y bellezas de la madre naturaleza.