Por Francisco Trujillo. Corresponsal
Ramiro Herrera, un inmigrante de 72 años, que reside en la comunidad fronteriza de Brownsville, Texas, planea aprovechar su buena condición física para convertirse el próximo año en el mexicano de mayor edad en escalar el Everest, la montaña más alta del mundo.
De lograrlo, Herrera se convertiría también en la tercera persona más longeva en ascender al Everest, después del japonés Yuichiro Miura, quien subió a los 80 años de edad, y del nepalés Min Bahadur Sherchan, que llegó a la cumbre cuando tenía 76 años.
Herrera realizó parte de su sueño el mes pasado, cuando a manera de ensayo, escaló hasta el Campamento Base del Monte Everest, a una altura de cinco mil 400 metros, en una caminata de ida y vuelta de casi 150 kilómetros, con lo que superó a gente mucho más joven que él.
“Me sentí muy bien, regresé sin ningún problema”, señaló en entrevista telefónica con Notimex, al comentar que no se le dificultó adaptarse a la altura, la disminución del oxígeno y el frío.
Tras esa experiencia, Herrera dijo estar ahora más motivado para subir al Everest, un sueño que alberga desde el año pasado, luego de observar por televisión una entrevista al alpinista guatemalteco Jaime Viñals, el primer centroamericano en escalar esa montaña.
“Lo vi medio gordito y me dije que si él lo pudo hacer, yo también puedo hacerlo”, manifestó, al recordar cómo le surgió la idea de escalar la montaña más alta del planeta.
Herrera expuso que comenzó entonces a capacitarse observando documentales sobre el Everest. También le escribió a Viñals para comentarle sobre su proyecto, y el guatemalteco le respondió que para hacerlo, tenía que empeñar la vida en ello.
Lo más difícil es ir en condición física, también estar en condición técnica, para saber dónde ir pisando uno en la montaña y que el miedo no lo venza a uno”, apuntó Herrera al acordarse de su ascenso al Campamento Base, el mes pasado.
Herrera cumple cabalmente con esas condiciones, al haber llegado a los 72 años de edad en un excelente estado físico, luego de toda una vida de disciplina deportiva.
El inmigrante, originario de la pequeña comunidad de Valle Hermoso, en el norteño estado mexicano de Tamaulipas, ha corrido en competencias deportivas desde que tenia 10 años de edad, cuando estudiaba la escuela primaria.
Herrera emigró a Estados Unidos a los 18 años y comenzó a trabajar en una planta de fabricación de refrigeradores de la compañía General Electric en Chicago, de la cual se jubiló luego de más de 30 años de trabajo, para regresar y radicarse en el Valle Sur de Texas.
Su pasión por correr se reactivó en Chicago, donde comenzó a correr maratones y a la fecha ha participado en 56 maratones en diversas ciudades de Estados Unidos, incluyendo Boston y Las Vegas.
Herrera ha participado en el maratón anual de Chicago desde hace 32 años, llegando en los primeros lugares de su categoría.
Es lo que me gusta. Me gusta correr”, añadió el mexicano, quien destacó que siempre se ha mantenido en buena condición física. “Nunca he fumado, ni bebido en mi vida”, indicó.
Herrera tiene la disciplina de levantarse cada día de madrugada para correr de ocho a 10 millas diariamente, como parte de su rutina y en preparación a los continuos maratones.
Herrera comentó que antes de vencer al Everest, debe lograr una hazaña casi igual de difícil, la de obtener patrocinadores para solventar su aventura.
De hecho, su ascenso depende básicamente de obtener el apoyo de una o varias compañías que patrocinen el costo de entre 60 mil y 150 mil dólares que conlleva el intento de ascender a la cima.
Tan sólo el permiso oficial que extiende el gobierno de Nepal para permitir el ascenso a la montaña cuesta 11 mil dólares, mientras que el resto del dinero lo destinaría al pago a compañías especializadas que contratan al personal y el equipo necesario para una aventura que se realiza en aproximadamente tres meses.
Su esposa Juanita, quien lo acompañó a Nepal en mayo pasado y permaneció en Katmandú durante las tres semanas que le llevó subir y bajar al Campamento Base, comentó que ella no le da permiso a su marido para realizar sus aventuras, pero sí le da su bendición.
Ramiro y Juanita tienen dos hijos y seis nietas. Herrera reveló que son sus nietas las que más temen sobre sus planes de subir al Everest.