El 2 de octubre de 1968, México vivió uno de los episodios más intensos y traumáticos que quedarían grabados en la historia y en nuestra memoria para siempre. Sí, hablamos de la matanza de Tlatelolco, un evento violento e inolvidable que le arrebato la vida a varios estudiantes y civiles que se reunieron en la Plaza de las Tres Cultural para organizar un mitin.
Una reunión que acabo en sangre
El objetivo de la reunión era ponerles fin a las injusticias del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz por medio de un pliego petitorio redactado por todos los convocados. Sin embargo, el 2 de octubre de 1968, a las 6:10 de la tarde, una bengala cayó sobre la plaza desde el cielo. Segundos después, las balas se empezaron a oír en todo el escenario.
Los miembros del Ejército intentaban repeler a la multitud por medio de disparos y en medio de todo el caos, algunos intentaron refugiarse en los edificios que rodeaban la plaza. Pero en las horas siguientes, los militares realizaron cateos en cada departamento deteniendo y masacrando a los manifestantes que encontraban.
Tiempo después, se descubrió que las personas que iniciaron los disparos fueron miembros del Batallón Olimpia. Un grupo de personas al servicio del gobierno militar. Tras los disparos perpetuados por este grupo, el ejército se coordinó y aprovecho la confusión para detener a decenas de estudiantes.
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Un contexto mundial que animaba a la lucha
Pero el movimiento de ese día, tan sólo fue el resultado de muchas manifestaciones que tuvieron lugar tiempo atrás, no sólo en México, sino en todo el mundo. Sobre todo, contra las dictaduras Latinoamericanas. Por ejemplo, Augusto Pinochet en Chile y Jorge Videla en Argentina.
En el caso de Estados Unidos, varios hechos estaban cambiando el paradigma de la sociedad. Primero por las manifestaciones en contra de la guerra de Vietnam. Y segundo, por las protestas por el asesinato de líderes pro derechos civiles como Martin Luther King.
En México paso igual, sólo que los movimientos estudiantiles tomaron el protagonismo de las circunstancias. Fue en 1968, cuando el frente común entre la UNAM y el IPN se consolidó y tomó más fuerza. Recorriendo las calles y demandado democratización, claridad y derechos civiles.
Pero el punto de quiebre fue cuando las autoridades decidieron tomar las instalaciones de las instituciones educativas de nivel superior con el fin de reprimir a sus estudiantes. Ante esto, se formó el Consejo Nacional de Huelga (CNH) para coordinar las protestas de estudiantes y académicos afines al movimiento.
Un enlace amargo
La reunión se organizó a tan sólo 10 días de que se inaugurarán los Juegos Olímpicos de México. Los jóvenes decidieron aprovechar a la atención que tendría el país en todo el mundo por los medios de comunicación, como punto de partida.
Sin embargo, la tragedia ocurrió y miles de vidas se apagaron en cuestión de instantes. Durante los años siguientes no hubo responsables, culpables o testigos de nada. No fue hasta el 2006 que un magistrado federal emitió una resolución en la que se responsabiliza a Luis Echeverría por ser el “concebidor y preparador” de la matanza de Tlatelolco de 1968. Su objetivo, destruir al “grupo nacional opositor Consejo Nacional de Huelga”.
Actualmente, cada año el país se viste de luto y convoca a diversas marchas en honor a los estudiantes asesinados ese 2 de octubre de 1968. Desgraciadamente, a esta tragedia se suman otras más. Una de ellas, la reciente desaparición de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa.
Además de todo lo que detonó el movimiento en años posteriores, se colocó un monumento en la Plaza de las Tres Culturas en honor a los que ya no están. Por otro lado, la UNAM abrió el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, que incluye una historiografía extensa y un Memorial del Movimiento Estudiantil formado por una instalación multimedia.
Fotos: Especial