Por Juan Carlos Castellanos C.
El profesor Germán Becerra Ramírez (Ciudad de México, 28 de mayo de 1960), director del grupo Danzoneros de La Ciudadela, sabe que su gran misión en este mundo es hacer que ese baile no se pierda. Por eso lo promueve, y lucha contra viento y marea para que cada día más personas se interesen en aprenderlo.
Creado por el compositor Miguel Faíde (Matanzas, Cuba, 1852-1921), el Danzón atrapó a Becerra Ramírez tardíamente, pero para no dejarlo jamás. Su deseo es poder enseñar a hombres y mujeres, jóvenes y niños, todo lo que en esa materia aprendió siendo alumno regular de grandes maestros de danzón, explicó en entrevista.
Hace nueve años llegó a La Ciudadela buscando un pasatiempo. No bailaba Danzón, ni Cumbia, ni Mambo ni nada. El único referente que tenía era su padre, gran bailador de Danzón. “Conocí el grupo y conforme aprendía quería más, con los pasos básicos como cuadro y columpio solté el cuerpo y el Danzón me fue atrapando poco a poco”, recordó.
El grupo se formó hace 16 años con una maestra al frente, Olivia Hernández, y poco a poco se fueron integrando personas a las que les gusta bailar el buen Danzón. De ahí en adelante se han sumado más alumnos y se han retirado otros, pero siempre manteniendo tanto el nivel de calidad y disciplina, como el número suficiente para sostener al equipo.
Becerra Ramírez, quien lleva dos años al frente del grupo, se dice convencido de que el Danzón ocupa actualmente uno de los primeros lugares de popularidad entre los amantes del baile fino y elegante, y ejemplificó lo anterior al citar que en estados del país, como Veracruz, Chiapas, Guanajuato y la Ciudad de México, se sabe bailar “bien y bonito”.
Al respecto, mencionó que lo bonito del Danzón es bailarlo con disfrute, gozar cada paso con toda la sensualidad y cadencia que demanda, coordinarse con la pareja, ella o él, a la que siempre hay que tener muy cerquita, escuchar la música que transporta a uno a Cuba o a Veracruz, la convivencia con otras parejas y el intercambio de emociones en el baile.
De corazón grande y sonrisa afable, el profesor de baile fino de salón comentó que a sus alumnos le inculca una norma: “Se tiene que bailar pegadito a la pareja, porque si se baila separado, ni la música sabe. En todo paso que se hace se debe disfrutar mucho, tanto a la pareja como a la música”. Eso, subrayó, es la esencia y el espíritu del verdadero Danzón.
Instó a los interesados en conocer y ejecutar este género nacido en Cuba a acercarse al foro José María Morelos, de la Plaza de la Ciudadela en el Centro Histórico de la capital del país, para conocer al grupo e iniciar la experiencia de vivir uno de los mejores ritmos. ¿Requisitos para ello? “Solamente el deseo de aprender, disciplina y constancia”, señaló.
El Danzón es celoso, reconoció el instructor, porque a diferencia de otros bailes, parece poseer vida propia, porque pide buena conducta, tenacidad y perseverancia. “Es por eso que a cada nuevo alumno que llega le hago ver que el Danzón es algo muy serio, a pesar de que en su práctica nos da armonía, paz, relajación, y una sensación de liviandad”, dijo.
Del grupo Danzoneros de La Ciudadela, declaró orgulloso, han salido campeones tanto de la Ciudad de México como nacionales, porque, explicó, a lo largo del año se realizan concursos en diversas zonas de la megalópolis y en varios estados del interior del país. “El prestigio del grupo y la tradición que ha forjado le han granjeado reconocimientos”.
Actualmente, el entrevistado tiene 12 parejas bajo su instrucción, además de 7 alumnos que todavía necesitan de par. El Danzón es tan flexible que podría decirse que nunca se acaba de explorar, consecuentemente, los alumnos pueden asistir a clase hasta que hayan aprendido los pasos elementales, o estar ahí eternamente, perfeccionando lo ya aprendido.
“Así como yo tengo nueve años en el grupo, de los cuales en los dos últimos he estado al frente, hay personas que ya suman 17 o 18 años en La Ciudadela, vieron nacer al grupo que ahora dirijo, y siguen aprendiendo. Todos los demás los reconocemos como pioneros de las escuelas de Danzón en este sitio, y sin embargo, aún se dicen aprendices”, destacó.
Cada alumno aporta una cooperación voluntaria para gastos de operación, y si no cuenta con esa aportación simbólica, no importa; el maestro no lucra con su labor, porque ahora mira hacia el futuro y se observa en el corto plazo como promotor nacional de Danzón, y para ello, eleva la voz para demandar más espacios donde se enseñe y practique ese baile.
Mencionó salones como el California, Los Angeles, México, El Gran Salón, y el Romo, donde en determinados días de la semana se baila exclusivamente Danzón, y a pesar de eso, dijo, falta promoción institucional y por parte de los medios de comunicación, para que las nuevas generaciones de amantes del baile conozcan de su existencia y lo adopten.
Son contados los jóvenes que lo bailan en la actualidad, aunque en Tláhuac existe una pareja, un niño y una niña, que incluso han ganado concursos. Eso se debe, advirtió el entrevistado a que sus padres les heredan el gusto por el Danzón. “El conocimiento les viene de sus padres, quienes los integran desde los cinco o seis años”, abonó el maestro.
Por su parte, él imparte sus clases los lunes, miércoles y viernes de 16:00 a 19:00 horas, pero hay maestros que están los demás días de la semana. Su satisfacción sólo se empaña por el nulo apoyo y comprensión de la Delegación Cuauhtémoc, razón por la que muchos maestros han emigrado a otras zonas de la ciudad, donde sí son respetados y reconocidos.
“Unicamente pedimos que respeten nuestro horario de clases, pues lo quieren cambiar a las 18:00 horas. Aquí no fumamos y no tomamos más que, ocasionalmente, refresco. La mayoría de los alumnos son personas de la tercera edad, que toda su vida han llevado una vida sana, por eso les interesa el baile, un deporte que fortalece al cuerpo y aclara la mente”.
Germán Becerra Ramírez lamentó que promesas de la actual autoridad en la delegación Cuauhtémoc, como la donación de un modesto equipo de sonido (reproductor de cd), y una carpa para protegerse de la lluvia y el aire, nunca se cumplieron. En cambio, subrayó, lo quieren desalojar. “Si no nos ayudan, al menos que respeten nuestro derecho a bailar”.
En Iztapalapa, Xochimilco, Tláhuac, Milpa Alta, Benito Juárez, Gustavo A. Madero y otras delegaciones, tienen el apoyo de las autoridades delegacionales en la organización de eventos y hasta contratan danzoneras de renombre para que la gente baile y despierten su gusto por conocerlo. “Por eso en esas demarcaciones el Danzón está vivo”, concluyó.