Si algún día te encuentras en el centro de Jalisco, sediento y cansado, ha llegado la hora de comprar un refrescante vaso de tejuino. ¿Cómo encontrarlo? ¡Uy! Bien fácil, sólo busca un carrito parecido al de las papas o raspados, donde la gente reciba un vaso de plástico lleno de un líquido café con hielo y chile piquín.
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Deberías darle una oportunidad, aunque no se te antoje. Desde el primer trago comprenderás la fascinación de los jaliscienses por esta bebida prehispánica. Sí, el tejuino se consume desde tiempo antes de Chabelo. Lo tomaban los huicholes, tarahumaras, yaquis y pimas en sus fiestas religiosas y eventos sociales.
Aunque la receta varía de acuerdo con la región, una cosa es segura: su preparación está hecha a base de maíz. En Jalisco te lo preparan con limón, sal, chile piquín y hielo, dando como resultado un sabor agridulce y refrescante. Sólo de pensarlo ya se me hizo agua la boca.
Para su preparación necesitas masa de maíz, agua y piloncillo. Una vez mezclados, se pone a fermentar por lo menos de 2 a 3 días. ¡Aguas! No te vayas a confundir con el tesgüino; porque si bien se preparan de la misma manera, su periodo de fermentación es de 10 días.
Tejuino vs sed ‘de la mala’
Lo mejor del tejuino es que gracias a él varias familias jaliscienses se han mantenido sólo con venderlo. Pregúntale a cualquiera que tenga su puestecito de tejuino, cuántos años lleva vendiéndolo. Hay quiénes son los primeros de su familia y otros que tienen la receta de sus abuelos.
Generaciones pasan y el tejuino sigue presente. Tanto en el corazón de los mexicanos, como en el de nuestros antepasados. Si se te antoja prepararlo, en internet puedes encontrar bastantes recetas, eso sí, necesitas una olla de barro para adquirir ese sabor tan especial. Lo recomendable es probarlo en su tierra y buscar el mejor del estado de Jalisco.