El mole: un platillo prehispánico.

Tradición en la gastronomía mexicana.

El mole es un platillo de los muchos que hay en México, representativos de su cultura.

Su origen nos remota a Fray Bernandino de Sahagún, quien en el libro “Historia General de las Cosas de la Nueva España” relató por primera vez un guisado prehispánico que se le ofrendaba a Moctezuma.

Esta ofrenda se hacía con una salsa de chile caldosa llamada chilmulli.

Con el paso del tiempo, esta mezcla fue evolucionando, añadiendo ingredientes como, chiles, chocolate, pepitas, achiote, tomates y algunas especies propias de cada región.

Otra de las versiones sobre su origen es en el Convento de Santa Rosa, cuando una monja se decidió a mezclar diferentes chiles y condimentos.

Las proporciones correctas, no existen, los ingredientes de la “receta original” se pueden omitir o sustituir.

Sin embargo, sus diferentes sabores y aromas son la clave del éxito.

El dulzor del chocolate, el picante de los chiles y el toque exótico de especias lo hacen uno de los platillos favoritos en México y el extranjero.

Fue así que esta mezcla de sabores se utilizó para aderezar diferentes carnes, como el guajolote, la carne de cerdo, de res, el pescado e incluso las verduras.

Existen diferentes versiones sobre el origen del mole, sin embargo, todas coinciden en el estado de su cuna: Puebla, México.

En distintos estados de la República, es común que se prepare este platillo para las celebraciones como bodas, bautizos, xv años, etc.

De este platillo conocemos muchas variedades:

• Mole blanco.
• De queso.
• Mole amarillo.
• Mole mancha manteles.
• Almendrado.
• Verde.
• Mole de olla .
• Mole prieto.
• Menudo.
• Mole negro.
• Pipían rojo.

En conclusión, el mole es uno de los tesoros tradicionales de la cocina mexicana.

Es una señal de identidad de la cultura gastronómica de este país en conjunto con los tacos, quesadillas, pozole, entre otros.

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