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Sin regatear, sí ganamos todos

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Vas caminando por Coyoacán, Puebla, Oaxaca, Chiapas, dónde sea que estés, y llegas a un mercado de artesanías, tantas cosas, y tanta gente vendiendo sus productos. ¡Ves un alebrije! ¡Unos aretes! ¡Mira, esa catrina! Preguntas el precio, te lo dicen y pagas. ¿Qué? ¿Sientes que te faltó regatear? ¿Por qué? Tienes el dinero, y es un precio justo por lo que adquiriste.

Las muñecas Marías son un símbolo representativo mexicano.

No es que seas rico, ni tonto por aceptar el precio a la primera, sino que estás respetando el trabajo de los artesanos y ellos lo agradecen. ¿Aún no te convence? Bueno, imaginemos que es quincena y tu jefe te llama a su oficina, te pregunta cuál es tu sueldo, le respondes y él dice ¿es lo menos? Ya no te gustó ¿verdad? Pues así se sienten los artesanos cuando regateas sus productos.

Cada collar, escultura y camisa elaborada es única y lleva horas de trabajo su elaboración. Aparte de eso, los artesanos deben pagar por transporte y alimentos como cualquiera de nosotros. Sí, nadie los obligó a dedicarse a eso, pero recuerda que ellos mantienen parte de nuestra cultura viva y de esta manera siguen con la tradición de sus pueblos.

Artículos de talavera hechos en Puebla, México.

Por esta razón la Secretaria de Desarrollo Social y el Fondo Nacional para el Fomento de las artesanías, crearon una campaña para acabar con esta mala costumbre, su lema es: Si al comercio justo, no al regateo. También el grupo de Mensajeros Urbanos hizo un video en el cual un artesano vende sus artesanías de dos formas: la primera, el método usual, preguntan por el precio y él responde; la segunda, en lugar de precio, da las horas de su elaboración y tiene carteles con el proceso y el tiempo que lleva cada paso.

De esta manera buscan crear conciencia sobre la costumbre de regatear y cómo afecta a nuestros artesanos. Ahora nos toca a nosotros dejar de preguntar cuánto es lo menos y mejor, valorar el esfuerzo y dedicación que lleva cada artesanía.