Este viernes por fin ROMA estuvo disponible en Netflix. La espera terminó para muchos mexicanos y dio inicio al ROMATÓN.
Hay muchas críticas y opiniones encontradas acerca de la nueva obra de Cuarón. Para algunas personas es una película aburrida y sobre valorada, para otras, es la mejor película que ha hecho el director. Han pasado meses desde su estreno en festivales y las personas siguen hablando de ella, de las actrices y por supuesto, de Cuarón.
La trama es bastante sencilla: la vida de Cleo, la trabajadora doméstica de una familia de clase media. En una película de 2 horas con 15 minutos, Cuarón logra retratar al México de los 70. Y lo más impresionante, te hace sentir nostalgia, aunque no hayas nacido en esa época. ROMA es un ejemplo claro de cómo es la vida. A pesar de las tragedias, las pérdidas y el sufrimiento, la vida sigue y puede ser maravillosa.
Está filmada en blanco y negro y no tiene música de fondo. Sin embargo, no la necesita, así logra evocar emociones y lágrimas. El miedo en las olas de mar, la desesperación en los coches y la alegría en un programa de televisión.
Son momentos y recuerdos que todos tenemos en nuestra memoria y nos aferramos a ellos con cariño. Cuarón no creo un mundo, sólo grabo el nuestro y en cada toma resaltó la belleza que hay en él.
Es por eso que ROMA es considerada una obra maestra. Tal vez para algunos, les faltó algo, más a la historia, o diálogos. Pero es el trabajo y la técnica lo que vuelven a ROMA una obra digna de premios. Escenas que fueron filmadas en una toma, actores que recibían instrucciones contradictorias y nunca vieron el guion completo. Alfonso Cuarón desataba el caos, pero pudo controlarlo y manipularlo de tal manera que hizo una de las mejores películas del año. No sólo refleja el talento y maestría que tiene como director, sino también la experiencia.
Esperemos la gente vea ROMA y no pueda dejar de pensar en ella. La vida en blanco y negro nunca se vio tan real.