Al noroeste de Chiapas, justo en el corazón de la selva, se encuentra una de las zonas arqueológicas más importantes de la civilización maya. Palenque se ubica a tan solo 8 kilómetros del municipio que lleva el mismo nombre. Y a unos 220 kilómetros de San Cristóbal de las Casas.
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Zona arqueológica obligada
Esta zona arqueológica es una parada obligada cuando se visita el sureste de la República Mexicana. La primera persona que recorrió las ruinas después de la conquista fue Fray Pedro Lorenzo, en 1567. En ese entonces, se llamaba Otolum (casas fuertes). Hasta que Fray Pedro lo denominó como Palenque (fortificación).
En 1987 fue incluida en el listado de la UNESCO como Patrimonio Mundial, por su gran valor histórico y cultural. Asimismo, es considerada como una de las ciudades mayas con mayor influencia en la cuenca del río Usumacinta. Abarca una superficie de 16 kilómetros aproximadamente. Donde se erigen estructuras como la del Juego de Pelota, y los templos de la Cruz Foliada, del Sol, del Conde y el Gran Palacio.
Palenque, el centro maya más importante
Palenque es el centro ceremonial más importante de la cultura maya. Su apogeo se dio en el período clásico entre el año 400 y 700 d.C. No obstante, se cree que su fundación fue en el siglo I a. C., como una aldea de agricultores.
Las condiciones del entorno (rodeado de manantiales y ríos) resultaron favorables para su notable crecimiento y prosperidad. Uno de los edificios más importantes es el misterioso Templo de las Inscripciones. Donde el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier, descubrió en 1952, la tumba del rey Pakal.
El sepulcro del antiguo gobernante maya se considera como el monumento funerario más importante de Mesoamérica. La losa de Pakal, muestra su viaje al inframundo luego de vencer a los señores de la oscuridad. En años recientes, surgió la teoría de que Pakal desciende al inframundo en lo que parece ser un vehículo espacial. Por lo que fue llamado ‘el astronauta de Palenque’. Sin embargo, la supuesta nave no es más que la representación del árbol de la creación.
FOTO PRINCIPAL: INAH