Las letras son uno de los vehículos más importantes para conocer la esencia del ser humano. Por ellas somos, expresamos, sentimos y nos creemos aceptados. Es la forma en que la comunicación se concreta y queda para la historia. Gracias a ellas podemos externar lo que nos hace sentir plenos, satisfechos con la vida. Pero también, es una forma de sacar el dolor, la frustración y la batalla que tenemos que lidiar para llegar a donde estamos, para pertenecer a una sociedad.
Los estigmas sociales aún son muy fuertes, celosos de cambiar, de desarrollarse y adaptarse a un México más inclusivo. En pleno 2019, aún hay casos de discriminación a las lenguas y culturas indígenas. Es un problema en el que se tiene que trabajar desde distintas aristas, una de ellas: la poesía.
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Nadia López García en una escritora de origen mixteco. Nació en Tlaxiaco, Oaxaca y vivió en carne propia las problemáticas propias de los estigmas del lenguaje. Pero, con su trabajo, ha demostrado la importancia de las lenguas indígenas, su preservación y valoración ante este ente, enorme y complicado, llamado español.
Aprendizaje y migración
Nadia tuvo su primer contacto con las letras desde que era muy pequeña, prácticamente todo nació de una compleja relación en su escuela con los libros de la SEP:
“Desde chiquita era muy platicadora y mis profesores siempre me castigaban. Mi castigo era, precisamente, leer durante el recreo. Al inicio no me gustaba que me pusieran a leer, pero con el pasar del tiempo le fui agarrando el gusto a la lectura, a tal grado que mi profesor tenía que conseguirme libros de fuera para que yo leyera”.
De este modo, Nadia se dio cuenta que, a través de la lectura, podría conocer nuevas vidas y mundos.
La situación de su familia la llevó a conocer distintas maneras de ver la vida. Su padre, jornalero de profesión, tuvo que migrar a muchos lados del país, llevando a todos a cuestas:
“Por la profesión de mi papá, tuve que cambiar muchas veces de hogar. Hacía amigos en un lado y de repente tenía que dejarlos. Me sentía como una especie de huérfana. Pero las letras siempre persistieron en mí. En ellas encontré ese espacio en el que yo podía estar en cualquier lugar sin necesidad de moverme”.
La prohibición del lenguaje
Nadia escribe sus poemas en mixteco y español. Detrás de todo ello hay una historia fuerte de discriminación de la lengua, situación que incluso se llegó a presentar involuntariamente en su propia familia. El estigma del lenguaje estaba ahí y fue difícil luchar contra él:
“Mi mamá habló español hasta los 15 años. Cuando yo quise que ella me enseñara a hablar en mixteco, me reprendía. De hecho, uno de los primeros recuerdos que tengo de mi mamá es negando que hablaba el mixteco”.
Al principio, la madre de Nadia no quería que ella aprendiera el mixteco. Las dificultades para comunicarse, la falta de oportunidades por ser indígena y la discriminación de sus raíces, eran factores que ella no quería que Nadia las pasara:
“Mi madre quería que tuviera una vida más fácil, que estudiara una carrera, que saliera adelante y que no pasara por las dificultades que ella vivió fuera de su comunidad, que nadie me mirara mal.”
“En mi misma casa creían que tenías que hablar mejor el español que el mixteco, porque si lo haces, tendrías menos complicaciones en la escuela, yendo al médico o para hacer algún trámite. En mi comunidad, por mucho tiempo, les dijeron que el mixteco no era funcional para vivir cotidianamente”.
Fue cuando regresó a la mixteca, que Nadia aprendió el idioma platicando con sus familiares. Ahí se dio cuenta que no sólo es un sistema lingüístico, es un mundo nuevo, una forma distinta de ver las cosas.
“En México aún nos falta reconocer que tenemos una diversidad cultural y lingüística muy grande y muy rica hasta el día de hoy. Pero, en veinte años, esa diversidad tan grande puede ser muy pequeña. Tenemos que abrir más nuestro panorama y dejar de pensar que en México únicamente pensamos, hablamos y escribimos en español”.
La grandeza del idioma mixteco
La poesía de Nadia es una forma de mostrarle al mundo que el uso que se le puede dar a la lengua mixteca es igual de amplio que el del español actual:
“(El mixteco) es una lengua que no sólo es de uso comunal. Cuando tú le enseñas a la gente de la comunidad que su lengua está escrita en un libro de poesía, su mentalidad cambia. Empiezan a creer en su fortaleza y cambian la idea que les han implementado desde hace años de que su idioma vale menos que otros.”
“Siempre que se publica algo que yo escribí, llevo el material a mi comunidad para que vean que el mixteco está sobre el papel y se está compartiendo”.
Nadia utiliza a la poesía como un medio para que las personas de su comunidad sepan que su lengua suena en muchos oídos. También sabe que hay muchas personas, tanto en México como en el extranjero que hablan alguna lengua indígena, pero que por discriminación o racismo la han ocultado. Con sus textos, la poeta válida a todas ellas y les da herramientas para darse a conocer y mostrarse orgullosas.
La poesía está en los ojos de quien mira
Por un lado, en sus textos, Nadia refleja el sentimiento y dolor de su tierra. Da a conocer lo que sus ojos han visto: la migración, las carencias, la vida en la mixteca. Por el otro, plasma la lucha incansable de la mujer que llegó a la ciudad en búsqueda de oportunidades. Son dos mundos que se fusionan. La mixteca, serena, impasible, y la megalópolis, asfixiante y llena de obstáculos.
“Soy como una persona de dos cabezas. Todas las mañanas hablo con mi madre en mixteco y, al iniciar mi día en la ciudad, todo es en español. Entonces el reto es sobrellevar esta vida de dos mundos y, sobretodo, buscar que entre ellos dialoguen”.
“La mejor manera de salir adelante en esta ciudad es crear comunidad. Tejer lazos entre quienes estamos aquí y quienes vienen. Y en la escritura aplica lo mismo, entre más personas estén escribiendo y hablando en su lengua, mejor se preservará.”
Una de las cosas que motiva y seguirá motivando a Nadia a escribir es la fortaleza de las mujeres de su comunidad. Ellas, aun estando en situación vulnerable, saben salir adelante y se preocupan por sus seres queridos:
“Mi empuje para seguir escribiendo es la fortaleza de las mujeres. Verlas despertarse a las cuatro de la mañana, que cuecen su nixtamal, que ya están tejiendo palma. Esas son historias que valen la pena contar, escribirlas. Quizá de otra manera no habría forma de que las conocieran”.
Hay personas que tienen más complicaciones que otras para alcanzar sus objetivos. La realidad es que muchas veces esto sólo depende del lugar donde nazcas. Pero ante todo, dichas complicaciones hacen doblar esfuerzos y mantenerse firme de convicciones. Nadie dijo que es fácil, pero esa lucha que estamos librando nos ayuda a conocer mejor nuestras capacidades y a llegar más lejos cada día.
Nadia ha colaborado en distintos encuentros de poesía, tanto en México como Estados Unidos. Fue organizadora del Primer Encuentro Mundial de Poesía de los Pueblos indígenas. Publicó el año pasado el libro Ñu´ú Vixo /Tierra mojada, escrito originalmente en mixteco. También le fue entregado ese mismo año el Premio Nacional de la Juventud en la categoría de Fortalecimiento a la Cultura Indígena, esto de manos del ex presidente Enrique Peña Nieto.
“Lo más valioso que me ha dejado la poesía es la fortaleza. Es saber, creer y tener la certeza de que tu palabra puede modificar muchas cosas. Tienes que tener ese valor en la palabra, porque puede construir y cambiar muchas cosas”.