Los macehuales eran un grupo aborigen que conformaba gran parte de las sociedades aztecas prehispánicas. Ellos tenían una fuerte espiritualidad en todo lo que hacían y una estrecha relación con la naturaleza.
De ahí el significado de su nombre, pues la palabra macehual significa en náhuatl “hombres merecidos”. Por tal motivo, pensaban que habían nacido para adorar y servir a las deidades que se ocultaban en las estrellas.
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¿Quiénes eran los macehuales?
Su papel en la estructura social era de suma importancia, pues figuraban en el tercer escalón de la pirámide social. Es decir, estaban por encima de los esclavos y por debajo de los nobles.
Durante su paso por México, se situaron en diferentes ciudades como Tenochtitlán, lo que hoy es la costa de Chiapas, Puebla, Hidalgo e incluso por la frontera de Guatemala. A pesar del proyecto evangelizador, los macehuales no abandonaron nunca su credo antiguo, ni sus rituales sagrados.
Esta cultura era la única que podía ascender de posición social a través de sus victorias en la guerra. A lo largo del tiempo, se concentró en la elaboración de armas que se utilizaban para las batallas y la construcción.
La vida con sentido sagrado
Además, una de sus costumbres más sagradas era despertarse temprano y desayunar una tortilla de maíz. Más tarde, el hombre iba a trabajar y la mujer se quedaba organizando el hogar, pintando y tejiendo.
Dentro de su cosmovisión tenían múltiples dioses encargados de resguardar la tierra. Pero lo que más resalta de su cultura es que vivían cada día como una ceremonia espiritual. De hecho creían que cada acción que tenían impactaba de alguna manera en el rumbo del universo.
A través de cada acto, el macehual elevaba una oración para solicitar permiso al bosque antes de cortar, comer, construir o invadir cualquier espacio.
Algunos investigadores piensan que esto tenía que ver con nivel de consciencia. Y es que los Macehuales debían cumplir sus promesas para no poner en peligro su “tamen”, es decir, su estado de armonía.
Tloque Nahuaue, deidad que se manifestaba a diario
Por eso, la mayoría de sus celebraciones, cantos y danzas eran dedicados al dios Tloque Nahuaue Ipalnemohuani. Esta deidad era considerada entre sus habitantes como el omnipresente dador de vida.
Según las leyendas de los macehuales, él derramaba sobre su ombligo el alimento que nutre el espíritu y el alma.