Coyoacán tiene grandes atractivos turísticos. Es un lugar en donde convergen expresiones culturales diversas y lugares de vanguardia. Quién no ha ido a esta alcaldía a disfrutar de sus calles, sus parques y su gente, debería hacerlo próximamente. Quizás, en su andar, de pura casualidad, se encuentren a La Bruja de Coyoacán merodeando por ahí… #AyNanita.
Esta leyenda chilanga ha tomado forma con base en testimonios de los mismos pobladores y ha pasado de generación en generación.
¿Te lo perdiste? “Pueblos abandonados y llenos de misterio. #AyNanita”
Cuenta la leyenda que…
Hace mucho tiempo existía una hermosa doncella que se había casado con el joven más deseado del pueblo. Eran la pareja perfecta, todos lo sabían. Pero, un día su compadre le preguntó al joven:
– “¿Qué tal es tu mujer?”
A lo que él contestó:
– “Excelente. Además de bella es una excelente cocinera. Lo que no me acaba de agradar es que, desde que nos casamos, siempre me prepara moronga”.
El familiar, consternado, regresó al día siguiente y le dijo que comer moronga era malo, pero que mejor le preguntara a su esposa por qué siempre se la hacía de comer.
Cuando su esposa llegó a casa, el joven le preguntó acerca de su comida diaria, a lo que ella le respondió:
– “Es porque mi padre es dueño del rastro y lo que no se vende nos lo repartimos entre los hijos: a mi hermano mayor le tocan las vísceras, a mi hermana las patas y a mi la sangre. Por eso te preparo moronga”.
El joven quedó convencido de esa explicación. Pero su compadre había escuchado que en el pueblo decían que ella era una bruja y que por esa razón nadie la había desposado. Le recomendó que mejor la espiara para ver de dónde sacaba la moronga.
Así lo hizo el joven y se levantó tempranito, antes de que el sol naciera, para ver a su mujer preparar la moronga. Vio cómo ésta se levantó y caminó hacia la cocina. A través del fogón, el joven pudo observar la silueta de su esposa quien, de repente, comenzó a quitarse la piel y poco a poco se convertía en una bola de fuego. El esposo quedó mudo del terror y corrió a contarle a su compadre lo que había visto.
Corriendo, asustado, le contó a su compadre lo que había visto y le pidió que lo acompañara a su casa. Cuando llegaron, encontraron la piel de la ahora bruja.
Los dos se armaron de valor y decidieron quemar la piel inerte. La bruja, enfurecida al no encontrar su piel, comenzó a gritar furiosa, pero al mismo tiempo asustada porque ya se acercaba el amanecer y el sol se aparecía por el horizonte. Fue entonces que los primeros rayos del sol hicieron arder a la bruja hasta que no quedó nada de ella.
Ahora que ya conoces la historia… piénsalo dos veces antes de comer moronga en Coyoacán.