Y en el centro de la ofrenda, entre las flores de cempasúchil y el mole lucía suculento el pan de muerto…
Uno de los elementos que le dan un sabor más rico al Día de Muertos es el pan. Ese pan cubierto de azúcar y decorado con “huesos” que se coloca como la joya de la corona del altar en honor a nuestros muertos.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) afirma que el origen del pan de muerto es de la época colonial, aunque tiene raíces prehispánicas. Para tu sorpresa, tienes que saber que su origen es un tanto perturbador. Se cree que su elaboración deriva de los sacrificios humanos.
La primera versión apunta a formaba parte del ritual a los dioses, el corazón de la doncella sacrificada se depositaba en una olla con amaranto. Una vez cubierto y el verdugo mordía el órgano vital. Al llegar los españoles, prohibieron esta practica y lo sustituyeron con un pan de trigo en forma de corazón cubierto de azúcar color rojo para simular la sangre de la mujer sacrificada.
Una segunda versión refiere a que nuestros antepasados hacían una figura gigante de Huitzilopochtli con amaranto, cuyo corazón estaba hecho de pan y era retirado de manera simbólica simulando el acto de sacrificio de las culturas prehispánicas. Una tercera versión apunta a que se trata de una alegoría de las ofrendas que realizaban los indígenas en el sepulcro de sus muertos, para decorarlos colocaban el pan hecho con amaranto y salpicado de sangre en honor a los dioses de Izcoxauhqui o Huehuetéotl.
Es importante resaltar que el pan de muerto está lleno de símbolos y significados tradicionales:
Forma circular: Representa el ciclo de la vida y de la muerte.
Bolita superior: Es la representación del craneo de una persona.
Cuatro canillas: Simbolizan los huesos, se colocan en forma de cruz para hacer referencia a los cuatro puntos cardinales. De esta manera se dedicaba a cuatro dioses diferentes: Tezcatlipoca, Tláloc, Quetzalcóatl y Xipetotec.
El sabor a azahar: Se agregó con el paso del tiempo y se relaciona con el recuerdo de los muertos.
El pan característico de los meses de octubre y noviembre ha adquirido formas de preparación y características según las regiones en donde se prepara. Los ingredientes y la decoración son variables, en algunas partes del país se espolvorea ajonjolí en lugar de azúcar. En la región mixteca de Puebla, se realiza con la misma masa de los bolillos y se le da una forma humana, si el pan esta destinado a un altar de niño el azúcar con el que es preparado es blanca y si se trata de un adulto se le espolvorea azúcar roja.
Así como el azahar se adhirió con el paso de los años, también las numerosas clasificaciones que atañen a la morfología representada en el pan, hay los tienen una composición de figura humana, otros son zoomorfos muy característicos de Tepoztlán, Mixquic e Iguala de Telolapan. Hay algunos más que se asemejan a árboles, flores o enramadas y otros que representan seres fantástico.
El pan de muerto que llena de gozo los paladares mexicanos durante de los últimos meses del año, ha recorrido un camino de cientos de años para llegar a ser lo que es, una de las costumbres más deliciosas de la cultura mexicana. Hoy en día, no podemos imaginarnos una ofrenda sin el pan cubierto de azúcar enalteciendo la simbología tradicional de nuestra tierra.