Dentro de la cultura mexica, una de las civilizaciones más importantes de la antigüedad, había un sistema educativo muy eficiente. No sólo porque transmitían los saberes de su cultura, sino también porque se le daba educación a todos, sin discriminación. Además, formaban tanto sus mentes como sus corazones.
¿Te lo perdiste? “Festines de Moctezuma: ¿Qué comía el tlatoani mexica?”
Enseñanza a los más jóvenes
Desde pequeños, recibían educación de su familia y aprendían los huehuetlatolli, que quiere decir “palabras de los viejos”. Así, conocían la cosmovisión mexica, los valores, las ceremonias, la religión y otros conocimientos fundamentales de su historia y cultura.
Después, cuando eran más grandes de edad los padres mandaban a los hijos a la escuela. Ésta podía ser el Calmécac o el Telpochcalli.
Cálmecac y el Tepochcalli
Al Cálmecac asistían los hijos de nobles principalmente y se les formaba para ser dirigentes políticos o militares. Como era educación más del tipo intelectual, daban educación para quienes se convertirían en médicos, astrónomos, maestros o sacerdotes.
De este modo, aprendían teología, geometría, rituales, astronomía, el manejo del calendario y pintura de códices. Además, se les enseñaba un lenguaje más propio y otras habilidades para dirigir.
Mientras que para los hijos de personas que no pertenecían a la nobleza iban al Telpochcalli. Aquí la educación era más práctica y se les instruía en las técnicas militares, agrícolas, artesanales y de cacería. Además, de ahí salían los futuros guerreros de la civilización.
Lo que no sabías de la educación mexica
Sin embargo, esta cultura sabía lo importante que era instruir a los más chicos, sin importar de quiénes eran hijos. Por lo que, si algún joven del Telpochcalli mostraba habilidades intelectuales, lo pasaban al Calmécac.
Lo mismo ocurría si veían aptitudes atléticas en algún joven del Cálmecac; lo cambiaban al Telpochcalli para convertirlo en guerrero. Esto era sin importar si sus padres eran nobles o de origen más humilde.
Por otro lado, estaba la escuela conocida como Cuicacalli, que significa “casa del canto”. Ahí asistían todos los niños y niñas mexicas para aprender a tocar instrumentos, a danzar y cantar.
Por su parte, los maestros se reunían frecuentemente con otros sabios para compartir ideas, composiciones o discutir ciertos temas. De esta manera, adquirían nuevos conocimientos y saberes que les transmitirían a los más jóvenes.
Educar es formar rostros sabios y corazones firmes
A los maestros del Calmécac se les conocía como Tlatolmatinime, quienes eran sacerdotes, poetas y sabios. Pero más allá de transmitir conocimientos, formaban a los jóvenes para hablar y tratar bien a las personas.
Para los mexicas, enseñar era ixtlamachiliztli, que quiere decir “dar sabiduría a los rostros ajenos”.
Así, les enseñaban poemas, leyendas, a elaborar composiciones o a desarrollar habilidades del habla. Pero también los formaban para obedecer y vivir con rectitud. Sin duda los maestros de la antigüedad tenían un fuerte compromiso con la educación de las nuevas generaciones.