El Día de Muertos ya se siente, estamos repletos de los colores y aromas de la flor de cempasúchil. Ya nos estamos a listando para poner en nuestros altares comida, veladoras, incienso, agua, pan de muerto, las calaveritas de azúcar. Todos los elementos que conforman esta bella tradición para recibir como se merecen a nuestros seres queridos que vienen del Mictlán.
Las calaveritas de azúcar son una parte esencial de nuestras ofrendas ¿Sabías que estas se han colocado desde la época prehispánica? No eran precisamente de azúcar. El Tzompantli era un altar que estaba formado en hileras con todos los cráneos de las personas que se sacrificaban en honor a los dioses.
Cuando llegaron los españoles estos rituales iban en contra de sus creencias y los prohibieron. Pero la resistencia de los pueblos indígenas fue tan grande que comenzaron a realizar cráneos de barro y algunos labrados en piedra. Con la colonización esta tradición se fusiona con la técnica de los alfañiques. Una especie de caramelo o confitura que tiene como base la azúcar.
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Calaveritas de dulce, tradición de siglos
Así, en el siglo XVII las monjas del convento Felipe de Jesús en Metepec, Toluca, comenzaron con la elaboración de las calaveritas de azúcar. De acuerdo con la investigadora Teresa Castello Yturbide en su libro “Sabores de Antaño”. Las religiosas usaban moldes de barro para la realización del vaciado de la azúcar pulverizada que lleva clara de huevo, crémor tártaro y limón. Finalmente las decoraban con betún y colores vegetales.
En Guanajuato, Morelos y el Estado de México elaboran los dulces con la técnica del alfeñique. Pero destaca su producción en Toluca, incluso cada año se lleva a cabo la Feria del Alfeñique que inicia en octubre y termina el 2 de noviembre. En donde no sólo hay calaveritas, también hay varias figuras como ataúdes, calacas con oficios, mariachis, cocineras y tumbas.
¡No solo hay de azúcar!
Actualmente en varias partes de la república ya encontramos calaveritas de chocolate. También de amaranto, bañadas con miel que tienen pepita de calabaza, cacahuate y ajonjolí. En donde se añadieron sabrosos ingredientes, pero conservan su mismo símbolo.
Lo que las hace especiales es que, durante esta época, encontramos gran variedad de tamaños, sabores y diseños de las calaveritas. Unas van directo a nuestros altares con el nombre de la persona a quién estamos recordando. También las podemos obsequiar y colocar el nombre de ese amigo o familiar como una forma de regalarle un espacio en el inframundo, sellando su destino.
Como sabemos, lo único que tenemos seguro en esta vida es la muerte. Los mexicanos la honramos y recordamos a nuestros difuntos haciéndoles saber que siempre los tenemos presentes. Y que algún día nos reuniremos con ellos.