A sus 59 años, la mexicana Angelina Martínez no ha parado de ayudar a miles de mujeres de todo el mundo a dar a luz. Ella pertenece a toda una dinastía de parteras indígenas que aprendieron técnicas sagradas tan antiguas cómo la humanidad.
En tiempos pasados, las matronas eran consideradas figuras respetables y altamente sabias. Actualmente, la mayorìa de los partos son en hospitales y por cesárea.
La realidad, es que la partería tradicional es mal vista en nuestro país. Las sacerdotisas que antes fueron el vínculo de la fertilidad y el nacimiento ya no son tomadas en cuenta.
Angelina ha sido la responsable de llevar esas enseñanzas a toda la humanidad. Desde Krasnoyarsk, Siberia, hasta California, en Estados Unidos comparte su conocimiento. Su viaje empezó en Austria y siguió hasta el este sin parar de conocer otros mundos ni un segundo.
“Conversa con las mujeres y les canta. Les dice que los bebés son muy sabios, que harán su trabajo para venir al mundo. Y mientras tanto a los papás les da un consejo discreto: ‘Hagan la tarea’. Esto en México significa que no dejen de practicar sexo. El placer ayuda al nacimiento”. Así lo comenta Angelina en una publicación del Diario El País.
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Una infancia llena de cambios
Su vida no fue fácil. Su madre hablaba el me”phaa, que ella ya no aprendió debido a la discriminación que existía hacia los pueblos y lenguas indígenas. No terminó la escuela a causa de la necesidad económica de su familia. Su abuela rentaba tierras para sembrar lejos de su casa y por lo mismo, nunca estaba más de un año en un mismo lugar.
Pero ese espíritu trotamundo llevó a Angelina Martínez a sanar, a contarle historias a las embarazadas y cantarle a los corazones de los bebés. Por supuesto, también ha ayudado a arrancar el miedo y tranquilizar la vida de las futuras madres.
Más tarde y después de días de trabajo el proceso de dar a luz concluye con la cerrada. Lo anterior incluye un masaje, un ritual y un baño de hierbas que ayudan al cuerpo a volver a su estructura natural después del alumbramiento.
En la actualidad, este bello oficio está renaciendo, pues varias mujeres demandan sus servicios. Mucho tiene que ver que las parteras permiten experimentar un parto totalmente humanizado, sin violencia obstétrica y con un acompañamiento espiritual y terapéutico.
Esperemos que esta práctica no muera nunca. Se necesita que más mujeres cómo Angelina Martínez salgan a difundir lo que es un parto con amor lleno de enseñanzas sagradas.
Con información de El País
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