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Amoxoaques: la leyenda prehispánica de los árboles humanos

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Aunque existen varias versiones de esta leyenda, todas coinciden en que los amoxoaques castigan a quienes se atrevan a lastimar un árbol

Aunque la mayor parte de los dioses prehispánicos son relativamente conocidos e identificables; poco se habla acerca de las creaturas mitológicas que también formaron parte del día a día de estos pueblos. Algunos fungían como guardianes de la naturaleza, y otros como ayuda para los habitantes. Los amoxoaques eran un poco de ambas cosas.

Se creía que eran parte del mundo del cuarto sol, el de Quetzalcóatl; pero una vez su reinado acabó, casi ningún amoxoaque logró sobrevivir. En náhuatl su nombre significa los que tienen los libros; probablemente haciendo referencia a la sabiduría que adquirieron al ver pasar tantas eras.

Los pobladores solían advertir a los ingenuos, pues los amoxoaques son muy protectores de su tierra. Ocultos en las selvas y los bosques de México; su función pasó a ser la de castigar a cualquier hombre o mujer que se atreviera a dañar a los animales o los árboles por gusto, transformándoles en uno de ellos. Así, el ejército de estas creaturas no se extinguiría.

Por supuesto, siempre había algún valiente que los buscaba activamente, pero según la leyenda, los amoxoaques solo salen cuando se sienten con la responsabilidad de castigar a un agresor. El resto del tiempo lucen como árboles comunes: ahuehuetes, pinos azules, teotlates o cualquier árbol que habite la región.

La de los amoxoaques es solo una de las cientos de leyendas que han sobrevivido a decenas de generaciones y épocas en la historia de nuestro país. ¿Conoces otra creatura como ellos?