Una tragedia que demostró la falta de empatía

La tragedia del pasado viernes en Tlahuelilpan dejó muchas cosas para la discusión, el debate y, sobre todo, para hacer una reflexión profunda sobre lo que está aconteciendo en el país.

Es evidente que lo sucedido en Hidalgo está directamente relacionado con la corrupción y la impunidad con la que se ha tratado el robo de combustible a través de los años. La proliferación de las mafias que perforan los ductos para sustraer la gasolina y que después se encargan de la distribución y la venta es algo que se sabía, pero que nunca se combatió de manera eficaz.

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Sin embargo, la medida adoptada por el gobierno para evitar el llamado ‘huachicoleo’ ha puesto en evidencia algo de lo que poco se había hablado hasta el momento, que tiene que ver con la situación económica y social en la que se encuentra gran parte de la población del país. Vemos comunidades enteras que no tienen los ingresos suficientes para satisfacer las necesidades básicas y que han encontrado en este tipo de actividades ilícitas una forma de salir adelante. Un problema latente, en el cual el sustento familiar depende de realizar acciones ilegales.

¿Cuál es la alternativa? ¿Cómo se puede ayudar a estas personas que viven en la pobreza extrema? ¿Cuáles son las salidas o los proyectos que ayuden a que la situación mejore? No es fácil encontrar respuestas a estas preguntas, pero se deben buscar y luchar por lograrlo. Esto hará que mejoren sus condiciones.

Es tarea del gobierno crear o fortalecer los proyectos existentes para que la situación mejore, pero ese no es el único problema. Actualmente en México, existe una pérdida de empatía que está provocando un gran desgaste en el tejido social.

La dualidad de la tragedia

La polarización, el encono social, la crispación y esta falta de empatía son situaciones preocupantes. Ponerse en la piel del otro y entender que, si su situación no mejora, el país tampoco lo va a hacer. Esta es una cuestión que deberíamos tener en cuenta.

Resulta muy doloroso saber que existen personas que se alegraban por lo sucedido, argumentando que era lo que se merecían por realizar actividades ilegales. Por robarle al país y no ponerse a trabajar. Es fácil decirlo cuando realmente no sabemos con exactitud cuál es la situación de necesidad en la que estas personas se encontraban. Esto es una clara muestra de la falta de empatía y de calidad humana en la que nos encontramos en estos momentos.

Sin duda, será fundamental hacer una profunda investigación y entender cuáles fueron las causas de la explosión. Que se revisen los mecanismos que se deben aplicar para que situaciones como esta no sucedan más. Pero también, será importante no perder el foco y seguir luchando, de la manera más eficaz, contra la corrupción y la impunidad que mantiene la mafia del huachicoleo.

Muchos sentimientos se removieron con lo sucedido en Hidalgo. Hay demasiadas preguntas sin respuesta, pero lo que no debemos permitir, es seguir perdiendo la empatía.