No hay nada mejor en estas fechas que poder disfrutar de una leyenda que te dejará con los pelos de punta. Se trata de la historia El Callejón de las manitas, en San Luis Potosí.
Cuenta la historia que, en el año de 1780, llegó a San Luis Potosí un sacerdote llamado Antonio Gómez González. El padre se encontraba en la ciudad para poder dar clases en el antiguo Colegio Guadalupano Josefino.
El padre Antonio era muy querido por la comunidad del colegio, ya que se la pasaba evangelizando por toda la escuela. Un día, el sacerdote decidió llevar la palabra lejos de las bibliotecas y de los salones.
Un día, viajó un día de noviembre a San Miguel El Grande y Tierra Nueva. Después de un mes, el padre Antonio regresó a la ciudad y comenzó a vivir en una casa ubicada en el Barrio de la Alfalfa.
Después de su llegada, exactamente un 13 de enero, el padre tomó un pequeño descanso en su nuevo hogar. Con él habitaban dos jóvenes que lo acompañaban y servían fielmente, Manuel Salas y Cruz Castañeda.
¿Te lo perdiste? “Historia de amor eterno, la Leyenda del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl”
El Callejón de las manitas
Una noche, los jóvenes salieron a disfrutar de los comercios que ofrecía la ciudad. Tras su regreso a la casa del padre Antonio, se llevaron la sorpresa de sus vidas. Pues el sacerdote había sido asesinado a sangre fría.
De inmediato, los adolescentes llamaron al Hospital y al Cuartel Militar, cercanos a la zona. Al lugar acudieron enfermeros y soldados dispuestos a ayudar al padre, pero desafortunadamente este ya había fallecido.
Durante las investigaciones, lo jóvenes relataban que ellos habían encontrado al padre ya muerto y no habían visto a los asesinos. Pero la gente comenzó a sospechar de ellos.
Existen dos versiones de esta historia, una es que, debido a las presiones de la gente, los jóvenes se culparon entre sí y reconocieron que ellos habían asesinado al padre en forma de venganza por los malos tratos que este les daba.
Por otra parte, se creía que los adolescentes siempre fueron inocentes, pero debido a la presión, decidieron echarse la culpa de todo.
Lo cierto de todo esto, es que Manuel y Cruz fueron condenados a ser colgados en una plaza pública. Y por ley, se decidió cortar las manos de los cuerpos colgados ya sin vida.
Las manos de los culpables permanecieron en el lugar por varios días, por esta razón, la gente comenzó a referirse al lugar como el callejón de las manitas.
La gente cuenta que, durante la noche, en la calle donde se ubicaba el callejón, las manos de los jóvenes aparecen de la nada. Incluso se dice que todavía se puede ver al padre andando por las calles del barrio.
FOTO PRINCIPAL: INTERNET