Las lagunas de Zempoala son un sitio de gran atractivo para los turistas, ¿conoces su leyenda?
El mundo está lleno de historias de amor. A través del tiempo, en todos los poblados, reinos e imperios; en todas las épocas, siempre han existido. Por lo tanto, es lógico que algunas de ellas no hayan tenido un final feliz. Ése fue el caso de la leyenda de las lagunas de Zempoala, un lugar que desde 1936 es un área natural protegida.
Todo comenzó en Huitzilac, en el estado de Morelos. Allí habitaba Zempóatl, una niña de cabello largo y ojos hermosos. Zempóatl nunca conoció a su madre, quien falleció al dar a luz; por lo que sus seis hermanos y su padre se dedicaban a cuidarla y mimarla.
Con el tiempo, Zempóatl creció , y comenzó a hacer pequeños encargos y tareas determinadas. Un día, al ir por agua a la orilla del río, se cruzó con un joven que le preguntó el camino para llegar al Ajusco. Ella le dio las indicaciones necesarias, pero al no poder apartar la vista de su rostro, se dio cuenta de que se había enamorado de él.
Mientras tanto, el joven se repetía las instrucciones para no olvidarlas. Cuando la miró para agradecerle, se dio cuenta de que jamás olvidaría ese rostro, quedando también prendado de ella. Sin una palabra más, se alejaron, preguntándose en silencio si algún día podrían volver a verse.
El tiempo siguió su curso; y las propuestas de matrimonio para Zempóatl no se hicieron esperar; pero ella las rechazaba todas sin mayor explicación. En realidad, secretamente esperaba volver a ver a aquel mensajero que iba camino del Ajusco.
Pasados un par de años más; Zempóatl se encontró al mismo viajero, en el mismo camino de vuelta del río después de traer agua. Al reconocerse, ambos se abrazaron guiados por la emoción. Sin embargo, después de un momento, el hombre se separó de ella; diciéndole que al creer que no podría volver a encontrarla, se había casado.
Ante tal noticia, Zempóatl cayó al suelo de rodillas, sorprendida. Él, tras debatirse un momento, continuó su camino. La joven mujer enfermó de pena, y falleció a los pocos días.
Su padre y sus seis hermanos, desconsolados; rogaron a los dioses que se le devolviera la vida; pero eso no sucedió. Mientras esperaban, cada uno de ellos fue rompiendo en llanto. Día y noche, inconsolables, los siete hombres rogaron llorando la vuelta de la joven. Fueron sus lágrimas las que dieron origen a las lagunas de Zempóatl, cuyo nombre, con el tiempo y las costumbres, se convirtió en Zempoala.
Como esta, muchas otras historias de amor de diferentes épocas han trascendido a lo largo del tiempo. ¿Cuál es tu favorita?