Definivamente, la Ciudad de México tiene las formas más peculiares de enseñarnos su belleza. Sus plazas, tan emblemáticas como históricas, sus calles, edificios con sus terrazas, son la muestra necesaria que toda persona necesita para decir: ¡Qué bello es mi México!
El sistema Turibus se encarga justamente de llevarnos a aquellos lugares que le dan sabor y alegría al Centro Histórico. En esta ocasión, tuvimos el placer de conocer cuatro de las terrazas más bellas e icónicas de la capital, en un viaje de lo más divertido, dinámico y cultural.
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El corazón de la ciudad desde las alturas
Unas de las reglas básicas de supervivencia en el Turibus es que, sí está lloviendo, te lleves tu paraguas. Porque ni la tromba te impedirá disfrutar del viaje. Algo mojados, pero con toda la actitud, llegamos a nuestra primera parada: La terraza del Gran Hotel de la Ciudad de México.
El Gran Hotel fue construido durante el auge del Porfiriato. Y su arquitectura de estilo Art Noveau es la prueba de una exquisita elegancia que se complementa con el lujoso candil Luis XV de la entrada. Uno no entra a lugares así muy seguido. Así que contemplar cada uno de sus detalles estéticos y culturales es obligatorio.
Ya instalados en el restaurante – terraza, comprobamos que la elegancia también se puede mezclar con lo tradicional chilango, sobre todo en su menú. Desde Tacos de suadero y cochinita, hasta lo que ellos llaman tacos ‘fifís’. Pasando por una extensa selección de vinos, cervezas y cócteles. En este lugar definitivamente hay para todos los gustos.
La vista es impresionante: Palacio Nacional, la Catedral Metropolitana y el Zócalo Capitalino están ahí, bien guapos para quien guste observarlos.
Todos los días son santos aquí
La lluvia no da tregua y la diversión tampoco. Eso lo sabemos todos los que estamos a bordo del Turibus rumbo a nuestra segunda parada. Entre gritos de ¡Viva México!, vamos recorriendo la calle Tacuba, la más antigua de América, mientras nos perfuma con su petricor.
Llegando a la Plaza de Santo Domingo encontramos un lugar bohemio, con espacios bastantes agradables de diseño virreinal, colorido y de buen ambiente. Nos referimos a la Terraza Domingo Santo.
Aquí la atención es bastante cálida y personalizada. Los espacios son amplios y logran perfecta armonía con la iluminación tenue y el ritmo de soul en el fondo. Pido un cenicero, enciendo un Marlboro y observo la Plaza de Santo Domingo en una noche de lluvia. El ambiente no puede ser más perfecto.
Y justo creía que no, hasta que vi el menú. Su lista de platillos es espectacular. Pulpo a la parrilla, mole rosa con pollo o cerdo, tacos de marlín y cortes de carne, complementados con un buen vino o una cerveza bien fría, mejoran todavía más la noche, ¿no?
Imperdible la cata de mezcales y su mixología con productos endémicos. Además, los jueves hay trova en vivo, para los conocedores. Todo, a precios bastante razonables.
A la chicana, rumbo al downtown
Nuestro trayecto continúa por las calles del corazón de la CDMX y de plano ya invitamos a la lluvia a que se una a nuestra fiesta. Tanto los locales, como nuestros amigos extranjeros partícipes de esta experiencia, saben lo que es bueno. Poco a poco nos acercamos sobre la calle Isabel la Católica al Palacio Virreinal de los Condes de Miravalle, ¡ay Papantla, tus hijos vuelan!
Aquí se encuentra una terraza bastante conocida por ser anfitriona de algunas descontrolables pool partys, grabaciones de competencias entre chefs y algunas películas de nuestro amado cine mexicano. Estamos hablando de Downtown México, un lugar que ofrece varios servicios, desde el restaurante con una gran variedad de coctelería, hasta fiestas privadas con jacuzzi, porque ‘paps‘.
Es un lugar con 300 años de historia donde el ambiente, el lujo y la tradición convergen perfectamente.
La esposa del coronel nos espera al pie del monumento
La verdad, la lluvia ya no impide nada cuando traes unas copas encima. Así es el mexicano. No importa dónde, cómo, ni las dificultades que se presenten. Si estamos dispuestos a pasarla bien, nada nos detendrá. Y con esa actitud cruzamos de oriente a poniente el Centro Histórico para llegar a La Coronella, nuestra cuarta parada y última de las terrazas..
Aquí es destacable una cosa: no hay nada más chido, que pasar un buen rato mientras tienes al imponente Monumento a la Revolución de testigo. Es mágico y satisfactorio sentirte arropado por tan hermosa estructura.
Los precios de La Coronela son bastante accesibles. Podrás pedirte una buena chela o un cóctel mientras te fumas un cigarro y pasas un rato muy sui géneris con tus amigos o pareja. La verdad, lo vale bastante.
Conoce las terrazas con Turibus
Definitivamente, esos del Turibus saben cómo cerrar sus recorridos. Terminas un poco cansado, pero tienes muchas emociones encontradas y aprendes muchas cosas nuevas de la ciudad mientras te diviertes. Ahí radica la importancia de estas actividades:
“Es importante que quien nos visite aprecie la antigua capital de la Nueva España y se sientan orgullosos de nuestra ciudad capital. Que este tipo de recorridos motiven a la gente a recorrer sus calles y conocer sus palacios y la historia que hay detrás de ellos”.
Roberto Toledo, guía de turistas Turibus
El paseo de las terrazas se lleva a cabo los días miércoles y salen de Reforma 222 a las 7 de la tarde. Tiene una duración aproximada de 4 horas y media.
De nueva cuenta queremos agradecer a José y Mariana Bravo por la invitación a vivir esta experiencia.