Por Elizabeth Rodríguez Mora
Los mercados públicos, desde la época prehispánica hasta el siglo XXI, son reflejo de la tradición y colorido de los mexicanos, pero también del cambio de vida y de hábitos en el paladar de los mexicanos.
Son a su vez, los centros de abasto donde se encuentra la identidad de México, reflejada en los chiles verdes, rojos, manzano, habanero, de árbol, seco y fresco; poblanos, morita, ancho y pasilla.
Están también los moles, rojo, negro y verde; los pipianes, las carnes de res, de pollo, de ternera, cerdo, el chicharrón; pescado y mariscos; verduras como la calabaza, zanahoria, jitomate, cebollas, papas y berenjenas, así como lechugas, acelgas, verdolagas, quelites y pápalo quelite “para el taco de carnitas”.
Así como las frutas: manzanas, tejocotes, aguacates, naranjas, plátanos, zapote negro y blanco, naranjas, limones, duraznos, sandías, melones y fresas, y los llamados “frutos rojos” como zarzamoras y moras, que adornan de colores brillantes los puestos que los exhiben.
Hoy en día, como parte del cambio de gustos y la globalización, los mercados mexicanos también venden jitomate cherri para las ensaladas, lechugas sofisticadas como la italiana y la francesa, arúgula, alcachofas, champiñones y hongo portobello.
Y no puede faltar la comida preparada, desde el caldo de gallina, la barbacoa, las quesadillas, pambazos, sopes, tacos, carnitas y comidas corridas, hasta sushi, salmón relleno y bañado en salsa de almendra, entre otros.
Y a la voz de “marchantita pásele, aquí encuentra lo que quiere”, se entra al mercado y los olores enamoran el olfato y el paladar, al impregnar la imaginación del platillo que se saboreará.
En la capital mexicana, por ejemplo, hay mercados de abasto donde “los marchantes” diario compran los ingredientes para su comida, y hay mercados de comidas preparadas como el de mariscos de San Pedro de los Pinos, o el de la barbacoa y las flautas de Martínez de la Torre, en la colonia Guerrero.
De esta forma, la Ciudad de México cuenta con una red de 329 mercados públicos, con 70 mil locales comerciales de diferentes giros, distribuidos en las 16 delegaciones, que abastecen al 40 por ciento de la población de la capital del país.
En ellos se comercializan cada día un promedio de 12 mil 500 toneladas diarias de alimentos, y generan 280 mil empleos directos e indirectos.
De acuerdo con el director general de Abasto, Comercio y Distribución del Gobierno de la Ciudad de México, Alejandro Piña Medina, el mercado público está muy lejos de desaparecer y por el contrario, se defiende y se moderniza, incluso se ha modificado el reglamento de estos centros de abasto para ampliar la lista de giros.
Y es que, no solo abastecen comida, también dan otro tipo de servicios como arreglar teléfonos celulares y equipo de cómputo, se han instalado estéticas, joyerías y tortillerías, entre otros.
“Los mercados públicos desde siempre luchan por conservar su esencia, su carácter tradicional, forman parte de nuestra cultura, tienen formas de comercialización que datan de la época prehispánica, la precolombina, y forma parte de nuestra raíz”, resaltó.
El funcionario capitalino resaltó que para la modernización de los mercados y mejoras de su infraestructura, se cuenta desde hace tres año con el Fondo de Mercados Públicos, el cual operó en 2016 con 70 millones de pesos, y se logró invertir en 30 mercados.
Además de que se tiene un programa permanente para impulsar la modernización en el cobro como es el uso de la tarjeta de crédito, que ya reciben 14 mil locales y cada vez crece más.
En la parte legislativa también es necesario impulsar el cuidado de los mercados públicos, para lo cual la diputada del PRD, Socorro Meza Martínez, presidenta de la Comisión de Abasto y Distribución de Alimentos de la Asamblea Legislativa, construye una nueva ley.
Informó que ya se han desarrollado una serie de foros en donde han participado los locatarios, funcionarios y expertos para plantear las necesidades de estos centros de abasto y cómo se tienen que modernizar, pues desde hace 50 años no se ha realizado ninguna modificación a reglamento actual.
“La tradición en los mercados no se ha perdido, las romerías, el ambiente festivo, lo que vamos hacer es empoderarlos, darles mayor certeza jurídica y seguridad. Esta nueva Ley es en beneficio para los cerca de 65 mil comerciantes y los usuarios”.
Indicó que la principal demanda de los comerciantes es mayor seguridad, tener los servicios y que se amplié el horario, mejor infraestructura e instalaciones de agua y gas, además de iluminación y guarderías.
Los vecinos de las colonias donde están los mercados también valoran y reconocen la importancia de estos centros de abasto.
Por ejemplo, Margarita Hernández Ponce, miembro de la Asociación Civil “Residentes Unidos de San Pedro de los Pinos”, está orgullosa de tener uno de los mercados más visitados de la Ciudad de México.
“El mercado y el parque son el símbolo de la colonia. Es el corazón de San Pedro, aquí tenemos la vida del pueblo, está la panadería, la paletería, la vinatería, la farmacia, la iglesia y el mercado. Entonces estamos completos”, afirmó.
Con 30 años de vivir en dicha colonia, resaltó que el mercado de San Pedro de los Pinos es un “mercado clasificado que no se puede modificar su estructura y cuya construcción la hizo el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez en 1954.
Destacó que este mercado “se ha vuelto más gourmet, cuando empezaron a vender mariscos, hacían ceviche y pescaditos rebosados, y ahora ofrecen salmón relleno, o en salsa muy sofisticada”.
Así, los mercados públicos son un reflejo de la vida, del bullicio y del sazón de los mexicanos.