Quizás hayas oído algo sobre las mujeres conocidas como Las Patronas. Se llaman así, no sólo por el hecho de vivir en el municipio La Patrona, en Veracruz; sino también porque ayudan a los migrantes y les dan de comer como todas unas heroínas. Con un espíritu de incondicionalidad y generosidad incansable.
Se encargan de preparar y aventarles paquetes de comida a los migrantes que vienen de países centroamericanos ‘montados’ en el tren conocido como La Bestia. Este tren sale de la frontera con Guatemala, en dirección al norte de México y hacia Estados Unidos. Es una hazaña muy peligrosa, tanto subirse al coloso, como estar ahí cerca para alimentar a los necesitados. Basta con un movimiento en falso y su vida puede escaparse en un momento.
Todo comenzó en febrero de 1995…
Norma Romero y su hermana Bernarda se encontraron con unos migrantes colgados en ‘La Bestia’, quienes les gritaron ‘¡tenemos hambre!’ Ambas hermanas, conmovidas por su desesperación, les dieron lo que llevaban de alimento. En ese instante, ellas, sus otras hermanas y sus padres Cristóbal y Lionila, comprendieron las necesidades que sufrían esas personas y supieron que debían ayudarlos a toda costa.
Desde hace más de 20 años, todos los días, estas mujeres preparan de comer y salen a las vías en cuanto escuchan al tren. La generosidad no descansa, pues hay migrantes todos los días.
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El tema de la migración ha crecido recientemente. Son miles y miles de refugiados. Personas que salen de países como El Salvador, Guatemala y Honduras. Lugares con situaciones políticas y económicas complicadas como. Niños, adolescentes, mujeres con bebé en brazos y adultos. Todos se arriesgan a ser víctimas de secuestros, de traficantes, de violaciones, asaltos y algunos otros llegan a perder la vida en su larga travesía. Además, padecen sueño, hambre y sed que los debilitan todavía más.
Pero las patronas esperan y ruegan para que les vaya bien, por lo que se han convertido en un rayo de esperanza para ellos.
Comida con grandes porciones de comprensión y compasión
Las bolsas de alimentos contienen arroz, pan, frijoles, tortillas, atún. Cuando hay oportunidad, dan huevo, verduras y frutas. Las primeras veces preparaban unas 30 bolsas de comida, no eran tantos migrantes. Actualmente, preparan de 8 a 12 kilos de arroz, y alrededor de 15 kilos de frijoles al día. Se organizan para ver quién cocina, quién hace los paquetes, quién va por las donaciones, y dividen las actividades entre todos.
Al acercarse el tren, los atentos migrantes estiran la mano, toman los paquetes de comida y quedan muy agradecidos con Las Patronas. Los que no alcanzan paquete, reavivan su esperanza en la humanidad al ver el esfuerzo de estas mujeres.
Los paquetes de comida renuevan las fuerzas físicas de los viajeros. Son consuelo y cobijo para el camino, pero también alimentan los anhelos de encontrar más adelante, alguna oportunidad de superarse.
Como el buen samaritano, las patronas no sólo alimentan al prójimo, también ayudan a quienes se lastiman durante su viaje en el tren y tienen un albergue donde los viajeros pueden descansar para reponer fuerzas.
Con Las Patronas no hay pretextos a la hora de ayudar
Se decía que ayudar al migrante era un delito, pero esta gente sencilla nos ha dado una lección al resto de las personas. Nos recuerda que todos somos iguales en dignidad, sin importar de dónde venimos. ‘Haz el bien sin mirar a quien’, dice el refrán. En vez de reclamar que nadie hace nada, decidieron actuar y su trabajo ha dado muchos frutos.
Al comienzo, todo quedaba en el anonimato, pero poco a poco, su trabajo fue motivando a otros a unirse a la causa con donaciones o como voluntarios: organizaciones, panaderías, mercados, escuelas, sacerdotes, comerciantes, personas de otros países, etc. Es una cuestión de humanidad.
Las patronas son reconocidas a nivel mundial y han recibido premios por su brillante y noble labor. En México, en el 2013, el Presidente Enrique Peña Nieto otorgó el Premio Nacional de Derechos Humanos a Norma Romero Vázquez. También recibieron el Premio ‘Corazón de León’ por la Universidad de Guadalajara, en el 2017; y en el 2015, fueron nominadas al Premio Princesa de Asturias de la Concordia.
Además, su ejemplo ha inspirado a cineastas para realizar documentales y cortos como: La Patrona (2009); El tren de las moscas (2010); Llévate mis amores (2014) y Como el viento (2015).
Las Patronas nos demuestran que desde la cotidianeidad podemos aportar algo para mejorar nuestro país. Son la viva prueba de que los males se combaten con generosidad, del dar sin esperar nada a cambio, y de que basta con un momento de caridad para marcar a la otra persona para siempre.