¿Dedos pintados?
Seguramente, al estar comiendo alguna fruta como la ciruela, la zarzamora o la granada, te haya quedado algún resto de color en la boca o quizás en los dedos, dependiente como gustes de comerlas.
Y es que, existen frutas que contienen colorantes naturales.
La historia del uso de frutas como tintas se remonta a tiempos antiguos, donde diversas civilizaciones descubrieron cómo extraer pigmentos de ciertas frutas y plantas para teñir telas y otros objetos.
Dicha práctica se desarrolló independientemente en diferentes regiones del mundo.
Para el caso específico de México, se enfocará en las frutas utilizadas como tintas en la antigüedad.
En las civilizaciones precolombinas de Mesoamérica, como los aztecas y los mayas, se encontraron evidencias de que se utilizaban diversas frutas y plantas para teñir textiles.
Estos tintes naturales no solo eran valorados por su belleza y brillo, sino también por su durabilidad y resistencia al desgaste.
Algunas de las frutas preferidas para extraer su color eran:
La cochinilla: un pequeño insecto que parasita los nopales.
Era especialmente valiosa por el intenso color rojo carmín que proporcionaba.
Los aztecas y otras culturas mesoamericanas comerciaban con la cochinilla y la consideraban un artículo de lujo.
El achiote: una semilla rojiza que se utilizaba para obtener tonos naranjas y rojos.
A demás, se usaba como condimento y en la medicina tradicional.
El añil: una planta que proporcionaba un color azul profundo, era otra de las frutas importantes utilizadas para teñir textiles.
Los mayas fueron particularmente conocidos por su dominio en el uso del añil y lo comercializaban con otras culturas.
Estos tintes naturales eran tan apreciados que su producción y comercio se convirtieron en una parte significativa de la economía y la cultura de las civilizaciones mesoamericanas.
Con la llegada de los conquistadores españoles, algunos de estos tintes y técnicas de teñido fueron exportados a Europa.
Esto, tuvo un impacto duradero en la historia del arte textil y la moda.
A lo largo del tiempo, el desarrollo de tintes sintéticos reemplazó en gran medida el uso de tintes naturales.
Sin embargo, algunos artesanos y comunidades indígenas en México y otras partes del mundo mantienen la tradición de teñir textiles con tintes naturales de frutas y plantas.