Veracruz no sólo es conocido por su gastronomía y su gente, sino también por ser escenario de importantes acontecimientos de la historia de México que han dado pie a que historias reales o fantasiosas tomen vida en sus pueblos. En Más México te contamos la leyenda del Señor de la Santa Veracruz:
La leyenda
Cuenta la leyenda que “poco después de la fundación de Toluca sucedió en esta ciudad el siguiente prodigio: vivía en ella un vecino tan virtuoso como noble, llegaron a él, cierto día, dos hermosos mancebos, quienes le mostraron una devota y perfecta efigie de Cristo Crucificado, diciéndole que si gustaba comprarla, a lo que respondió que en qué precio la estimaban, y ellos respondieron que sólo les diera 30 pesos.
Considerando el sencillo comprador lo corto del precio por tan perfecta efigie, les dijo que esperasen mientras sacaba el dinero. Al estarlo contando, por tener inclinada la cara y fijos los ojos en las monedas que contaba, no vio que en ese tiempo desaparecieron los mancebos, dejándole la imagen. Admirado de lo maravilloso del suceso dio cuenta al párroco, quien dispuso con solemnes procesiones y festivas demostraciones colocarla en el altar mayor de la parroquia”.
La casa en que se efectuó la compra, según la misma tradición, es aquella que se encuentra en la esquina de las actuales calles de Independencia y Aldama, antes calles Real y Navarrete, ahora primera de Aldama.
Los documentos que se encontraron respecto a la construcción de la iglesia de la Santa Veracruz, que por muchos años fue la portería del convento de San Francisco, dicen que el día 13 de diciembre de 1733 se abrieron los cimientos y se puso la primera piedra, siendo mayordomo de la cofradía de la Veracruz el señor don Bernardo Serrano. La cofradía de la Veracruz pasó a ser dirigida por clérigos seculares a quienes reclamaron los derechos los franciscanos, en quienes se encontraba la administración parroquial de Toluca.
Los franciscanos, para vencer a sus enemigos que se negaban a entregar los derechos parroquiales, exigieron que les presentaran la cédula de edificación de la iglesia los dirigentes de la cofradía de la Veracruz, lo que nunca pudieron hacer, pues parece que, en efecto, la iglesia se construyó sin permiso del rey. Don Bernardo Serrano, que era uno de los más ricos labradores del Valle de Toluca, para vencer a los franciscanos que pretendían paralizar la obra envió a España a su sobrino don Pablo Arce, quien mediante las chicanas y dádivas comunes en todos los litigios, obtuvo permiso para edificar la actual iglesia de la Santa Veracruz, acallando las pretensiones del guardián del convento de Franciscanos en cuyo territorio se levantó la iglesia.
Terminada la iglesia, los cofrades de la Veracruz quisieron que se trasladara la imagen milagrosa de la iglesia parroquial al nuevo templo, pero los frailes se opusieron otra vez a tales pretensiones. El 30 de diciembre de 1796 el corregidor de la ciudad se puso del lado del guardián de los franciscanos y ordenó que se cerrara la iglesia. Sin embargo todos los labradores del Valle de Toluca que habían contribuido a la edificación de la iglesia pidieron al virrey les permitiera el uso del templo, que por fin les fue concedido con algunas condiciones.
A partir de aquella fecha, la iglesia de la Veracruz estuvo a cargo de capellanes del clero secular, siendo los dos últimos de esta clase los padres don Ignacio y Juan Manuel Escudero, que eran nativos de Toluca.
En la obra que se escribió sobre la orden de los frailes de San Juan de Dios se relata bajo una forma diferente la historia del Cristo de la Veracruz, que de todos modos, como ya hemos narrado, representa el sincretismo del dios Opochtli prehispánico y al Cristo de los conquistadores. Por eso, a pesar del extranjerismo de los misioneros del corazón de María, perdura el culto al Cristo Negro de la Santa Veracruz, aunque ya no ocupe el lugar preferente del templo que se le edificó por honrados vecinos de esta ciudad.
Lo más notable del templo de la Veracruz es su reloj. Esta máquina perteneció al convento de los Carmelitas del Santo Desierto de Tenancingo, de ahí fue llevada a Tlalpan, de Tlalpan vino a Toluca y estuvo colocada en las casas consistoriales, de donde fue trasladada al lugar que ocupa sobre la bóveda de la Santa Veracruz”.