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La leyenda de los cenotes: ¿por qué el agua se halla escondida?

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A los mayas les gustaban las historias sobre los animales, los dioses y los lugares de la selva que habitaban; por lo que no podía faltar una leyenda de los cenotes

Las leyendas mayas han sobrevivido a varios siglos y se han enfrentado a dioversos cambios. Aun así, muchas de ellas siguen siendo recordadas; pues se les considera de gran belleza, además de ser parte del patrimonio cultural. Por supuesto, algunas son bastante conocidas; como la de Chichén Itzá o Tulúm. Otras, en cambio, solo suelen contarse en la zona sur de nuestro país. Este es el caso de la leyenda de los cenotes.

Una de las palabras mayas más conocidas es Ha, pues significa agua. Cuenta la leyenda que Ha era una diosa, hija de Luum Cab, la diosa de la tierra. Al no haber tenido más hijos; ella siempre procuraba que Ha estuviese cerca; pues la amaba sobre todas las cosas y temía perderla.

Por esta razón, Ha, al convertirse en una joven, atesoraba sus raros momentos de libertad; cuando su madre se hallaba ocupada, o dormía. Fue en uno de estos raros momentos que decidió salir sola a conocer mejor la selva. Así, llegó a un rincón del mayab lleno de guacamayas, ceibas y quetzales. Los frutos y las flores le otorgaban un colorido hermoso, que le encantó a la joven Ha.

Lo que ella no sabía; era que acababa de llegar a la morada del dios Uinic. Por supuesto, antes de que pudieran hablar; la tierra reclamó de nuevo la atención de su hija; que desapareció.

Uinic la buscó por todas partes; pero las aves le contaron sobre la situación de la joven. Así, él esperó, deseoso de que la belleza de su hogar fuera suficiente para que Ha repitiera la visita. Y así fue.

Varios días después, Ha volvió a la morada de Uinic. Como es lógico; ambos fueron entablando una amistad que poco a poco se fue transformando en amor. Ambos terminaron declarándose sus sentimientos, pero aún falataba hacérselo saber a Luum Cab.

Ella se puso furiosa; pues lo que más anhelaba evitar estaba sucediendo. De modo que la encerró en las profundidades del mayab; para que Uinic jamás pudiera encontrarla.

Por supuesto, el joven dios no se dio por vencido. La buscó días y noches sin descanso otra vez; hasta que sus sollozos desesperados llegaron a los oídos de Ha, bajo tierra. Al estar seguro de su ubicación, Uinic armó una escalera con una ceiba caída y bajó hasta donde se encontraba Ha.

Según la historia, desde entonces, no se volvieron a separar. No se sabe si Luum Cab cedió ante su perseverancia o si se dio cuenta demasiado tarde. Aun así, la leyenda de los cenotes es considerada una de las más bellas leyendas mayas.

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