Sábado 20 de octubre, 7:00 pm. Locación: Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. Las luces se apagaron, Héctor Infanzón dio la señal y la música comenzó. Desde el primer momento la gente sintió el ritmo en sus manos, pies y cabeza.
Era imposible quedarse quieto con las melodías del pianista, las ganas de pararse a bailar crecían con cada nota. Y sí hubo quienes lo hicieron. Entre ellos, estuvo Infanzón. Los más moderados se conformaban con mover la cabeza, durante todo el concierto.
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Ritmos de la ciudad
Infanzón nos hizo viajar al pasado con los ritmos sensuales de los antiguos salones. Cuando los hombres se reunían para ver bailar a las vedettes. Interpretó No, porque me acuerdo, un danzón dedicado a la Ciudad de México, a todos los lugares que han desaparecido del mapa y los que permanecen. Era como caminar por las calles del centro escuchando a los vendedores ambulantes. Una melodía vivaz y melancólica, dando testimonio de lo que fue. Era la CDMX en una canción.
También invocó a México y sus orígenes con Así eres, así somos. Una canción dedicada a la identidad mexicana, donde combinó diferentes ritmos de México. incluyendo La bamba. ¡Ah, sí!, no todo fue piano, trompetas y saxofón. También hubo una bailarina y un cantante, quienes le ponían su propio sello a la melodía. La bailarina parecía incansable,
Infanzón nos hizo parte de su vida en esa velada.
El saxofonista Abel Sánchez fue el encargado de tocar La sazón de la abuela, una melodía dedicada a la cocina de su madre. Pues según nos contó, la señora guisa delicioso. Y por lo que pudimos escuchar es verdad, en cada nota podías oír la satisfacción que se debe sentir al probar sus platillos. Sinestesia vivaz.
Fue una noche fantástica, llena de ritmo, aplausos y alegría. Las personas salieron satisfechas y con muchas ganas de bailar.