En 2006 se recuperaron muestras de polvo del fondo de una ofrenda del Templo Mayor. Tras un arduo estudio, descubrieron que había pepinos de mar, lo que despertó la curiosidad de los investigadores.
El descubrimiento de la ofrenda
Dicho descubrimiento ocurrió en una ofrenda a la diosa Tlatecuhtli. Según los arqueólogos, posiblemente, los sacerdotes consagraron hace más de 550 años el monolito a la deidad femenina. De acuerdo con Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor, se trató de “la ofrenda más rica y diversa encontrada hasta la fecha, porque está dedicada al monolito mexica más grande jamás encontrado.”
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Cuando entraron al depósito dedicado a la diosa, vieron una ofrenda con miles de objetos. Entre ellos había restos de animales, sobre todo, del mundo marino, además de elementos peculiares y extraños en las ofrendas.
Esto llamó la atención de Francisco Solís y su equipo de biólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). A principios de este año, las sospechas se aclararon.
¡Había pepinos de mar!
Después de analizar en el microscopio las muestras de polvo, encontraron espículas, que son partículas microscópicas que forman los pepinos de mar. Se trata de un equinodermo, animal invertebrado marino que se encuentran a una cierta profundidad.
Sin duda, el hallazgo fue algo insólito. Y es que es la primera vez que aparecían restos de pepinos de mar en una excavación arqueológica en el mundo.
Aunque en otras culturas los pepinos de mar se comen, los investigadores dudan que fuera el caso de los mexicas. Pero no queda descartado del todo.
Todavía falta descubrir por qué estaban ahí esos pepinos de mar. Esto puede ser difícil de saber, ya que las fuentes históricas del siglo XVI no mencionan algo al respecto. Tampoco se representan en códices o arte mexica. Sin embargo, Leonardo López Luján presentó una teoría:
“Creo que la idea de los sacerdotes fue depositar en el interior de la caja de ofrenda para la diosa Tlaltecuhtli la mayor variedad de especies marinas para representar el inframundo acuático de la cosmovisión mexica: un lugar femenino y de abundancia, de riqueza absoluta”.
Este descubrimiento abre puertas a nuevas investigaciones sobre nuestro pasado.
Con información de El País
Fotos: El País