La leyenda maya de la serpiente, del faisán y del venado habla sobre una muy antigua profecía del Mayab
Todos los pueblos prehispánicos crearon historias y leyendas que explicaban su mundo y las creaturas que lo habitaban. De todos ellos, probablemente el pueblo con las más increíbles era el de los mayas. Cada una de ellas, llena de misterios y sucesos fantásticos, sigue maravillando a personas de todas las edades. Una de ellas es la leyenda de l Mayab, tierra de la serpiente, del faisán y del venado.
Todo comenzó cuando Itzamná, uno de los dioses mayas, creó el Mayab, la tierra más hermosa que habría en el mundo. La llenó de flores y de las creaturas más bellas; y se la entregó a los mayas.
Por supuesto, al igual que otros dioses, Itzamná quería enseñarle algo a su gente. Así que eligió tres animales que representarían al Mayab, para que al pensar en ellos, pensaran en la más bella tierra, donde habitaban. Los elegidos para esta importante tarea fueron la serpiente, el faisán y el venado. Cada uno podía hacer algo excepcional: el venado corría tan ágil que parecía que alzaba el vuelo, el faisán volaba de rama en rama; y la serpiente se movía con tal gracia que su cola parecía producir música a su paso.
Los mayas aprendieron a vivir en armonía con los animales y a cuidar el hermoso lugar que les habían otorgado. Sin embargo, un día los Chilam, los sabios, advirtieron al pueblo: una profecía anunciaba el fin del Mayab. Habría una invasión de visitantes lejanos; que traerían armas desconocidas y nadie podría salvar su hermoso hogar.
La única esperanza para el Mayab
Cada uno de los animales reaccionó de forma distinta: el venado lloró y lloró hasta que sus lágrimas formaron grandes cuerpos de agua. El faisán ya no volaba alto y orgulloso, sino que se escondía con miedo, procurando que no lo vieran para que no lo atacaran. Y la serpiente dejó de moverse con gracia; y en vez de música su cascabel emitía sonidos de advertencia.
Sin embargo, según la misma profecía; los mayas tenían la esperanza de volver. Se cuenta que aunque la parte de la invasión se cumplió, los habitantes del Mayab esperan tres señales, que consisten en la vuelta a la normalidad de cada uno de los animales. El día de su regreso, el faisán volará tan alto que su sombra se apreciará en todo el territorio. Además, el venado volverá a saltar con agilidad y gracia; y la serpiente volverá a hacer música, pues las amenazas de su cascabel serán ya innecesarias. Y mientras las ceibas sigan en pie y las cuevas del Mayab abiertas, sus pobladores conservarán esa esperanza; y estarán preparados para luchar y recuperar su hogar.