Por Silvia Gutiérrez Rodríguez. Enviada
Además de su cultura, tradiciones y gastronomía, Yucatán se distingue también por sus vestigios arqueológicos, donde Dzibilchaltún, también es conocido como una importante zona arqueológica en la entidad e importante ciudad maya.
En lengua maya Dzibilchaltún significa “Lugar donde hay escritura en las piedras”, en alusión a numerosas lápidas conmemorativas encontradas en el lugar, llamadas también estelas.
Además el área conserva conjuntos arquitectónicos con pirámides y edificios abovedados. De acuerdo con los historiadores el lugar pudo haber tenido 40 mil habitantes lo que la coloca como una de las ciudades antiguas más grandes de Mesoamérica.
Por su cercanía a la costa, su economía aprovechó tanto los productos del mar como de la tierra, en la producción de sal, herramientas de caracol y sembrando y cosechando maíz.
La ciudad conserva 12 sacbés o caminos blancos, la mayoría de los cuales parten del centro y se dirigen hacia las construcciones de la periferia; uno de ellos conduce al cenote Xlakáh, que en maya significa “pueblo viejo”, uno de los más grandes y profundos encontrados en Yucatán.
En el centro del cenote sus aguas están cubiertas de lirios que flotan en la superficie, que le dan un decorado perfecto en el centro de sus aguas cristalinas.
En el Templo de las Siete Muñecas o Templo del Sol, se lleva a cabo el fenómeno arqueo-astronómico del equinoccio de primavera los días 21 de marzo y 21 de septiembre, cuando la puerta del lugar se ilumina con el resplandor del Sol.
El astro rey lo utilizaban los mayas como base para la planeación de sus vidas debido a que dependían de la agricultura, por lo que con el equinoccio de primavera iniciaban la siembra y con el de otoño la cosecha.
Dzibilchaltún también se encuentra un parque eco-arqueológico y el Museo del Pueblo Maya, que alberga vestigios mayas y españoles, desde objetos de barro hasta pinturas, armaduras y armas españolas, estelas mayas, así como una máquina de henequén.