Se cuenta que, durante la década de los cincuenta, en la antigua carretera de Toluca a Ixtapan de la Sal ocurrió un terrible accidente. Pero también hay quienes aseguran que los espíritus siguen viajando por esa ruta. A continuación, la historia del Autobús fantasma #AyNanita.
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El autobús 40
Era una noche de junio. En el último viaje de la ruta, el autobús 40 estaba por llegar a Ixtapan de la Sal. Caía una fría lluvia y todos los pasajeros dormían plácidamente. Ya sólo faltaba cruzar por las desafiantes y cerradas curvas de Calderón.
De pronto, los pasajeros se despertaron por los estruendosos truenos de la tormenta y se percataron de la velocidad a la que iban. No sabían que su fin estaba más cerca de lo que esperaban.
Gritaron con fuerza al conductor para que fuera más lento, pero él les contestó nervioso que los frenos estaban fallando. Maniobró como pudo, pero en la última curva sucedió lo que todos temían, el autobús se precipitó al vacío.
Casi todos murieron en el impacto, pero los que sobrevivieron, quedaron atrapados por las llamas del incendio, sufriendo una muerte aún más dolorosa. Y así, el autobús 40 nunca llegó a su destino.
¡Cuidado al bajar!
En la central se alarmaron tanto, que a la mañana siguiente iniciaron la búsqueda. Pero, pasaron los días y nunca encontraron los restos.
Sin embargo, hay testigos que dicen ver un autobús viejo que deambula con sus pasajeros en la carretera. Y que, de vez en cuando, recoge personas que le hacen la parada, pero antes de llegar a la terminal deben bajarse y obedecer una advertencia.
Las personas que suben, al bajar no deben voltear hacia atrás hasta que la puerta cierre por completo. De lo contrario, verán la verdadera apariencia del autobús: un vehículo viejo lleno de personas descarnadas y calcinadas.
Quienes desobedezcan tal advertencia, serán los nuevos pasajeros del autobús 40 y viajarán eternamente en él.
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