Contar historias viene de épocas muy remotas. Ser cuentacuentos es uno de los oficios más nobles y bonitos al que alguien puede dedicarse, porque consiste en hacer volar la imaginación. Sobre todo a los niños (Cuenteritos).
Érase una vez, unos niños pequeños, de 4 a 12 años de edad, que les encantaba contar cuentos a otros niños y a adultos. La gente los veía venir y gritaba ¡Son los cuenteritos! Y salían corriendo a reunirse con ellos.
Cuenteritos
¿Los cuenteritos? ¿Quiénes son? ¿De dónde salieron? Así se les conoce a los niños que, con mucha creatividad, muestran su gusto por leer y fomentan la lectura contando divertidas historias a otros niños (y también a adultos, claro). No son tan conocidos, pero están en pequeños pueblitos de México, en países como Ecuador, Venezuela y otros lugares de Latinoamérica.
Sus objetivos son: formar lectores, despertar la imaginación, entretener, defender la tradición oral, transmitir saberes de culturas antiguas, de las costumbres y tradiciones de los pueblos indígenas. De ese modo, conocemos un poco más sobre nuestra cultura, pues muchas veces las historias tienen que ver con leyendas y mitos sobre nuestro país. También buscan rescatar las lenguas originales, por lo que algunos añaden palabras en su lengua materna para promover ese tesoro. ¡Con su ingenio, talento y alegría inspiran a todos!
Vestidos de personajes cómicos narraban fantásticas historias, cuentos y leyendas que encantaron a quienes las escuchaban. Las transportaban mágicamente a paisajes hermosos, a castillos y a cualquier lado inventado por su mente.
Han surgido talleres para los niños que quieren ser cuenteritos. Pues cada vez más se reconoce la necesidad de espacios en donde la inspiración fluya libremente, y más desde la infancia. Leer, escribir, pintar y demás actividades artísticas son muy importantes para el desarrollo personal, social y para adquirir o estimular habilidades mentales. Además son divertidas y relajantes.
No hay error
Para ellos estos pequeños no existe el error. Lo hacen por gusto, además, la creatividad es algo natural en los niños y ser cuenterito es una gran forma de soltarla, aumentarla y compartirla. Lo cual los hace más sociables, tienen mejor comunicación, expresión y estimulan la imaginación de quienes los escuchan.
Son pequeños, pero al oír sus historias y ver cómo lo hacen, nos damos cuenta de lo grandes que son. De que habría que impulsar esta actividad tan enriquecedora.
Quizás de niños nos encantaba oír las historias de los abuelos. Seguro hemos contado alguna de terror frente a una fogata, con amigos o familiares. Hasta le agregamos efectos especiales con sonidos hechos por nosotros, ¿a poco no? Deberíamos hacerlo más seguido.
… el hechizo era tal, que todas las personas reían, jugaban, cantaban y se volvían más alegres al realizar sus tareas diarias. Así, los cuenteritos salvaron a toda la gente de un mundo sin imaginación…
FIN