Por Luis Galindo
En parques, escuelas, ferias y calles de diversas ciudades del país todavía se pueden encontrar los tradicionales carritos de paletas, cubos blancos sobre ruedas con llamativos decorados y sus campanillas que llaman a chicos y grandes a gozar de su deliciosa variedad de sabores.
Aunque cada vez menos en número respecto a años anteriores, pues reciben fuerte competencia de establecimientos que venden paletas y helados con envoltura, todavía se vislumbra su presencia en sitios de esparcimiento.
Paletas de limón, vainilla, nuez y por supuesto el tradicional chocolate, son algunos de los sabores que el público pide para deleitarse con su sabor, sobre todo en la época de calor, que refresca y deja contentos a todos, en especial a los niños.
En un recorrido por el Bosque de Chapultepec, Lucía Zamorano, quien tiene más de 30 años de vender estos productos con su carrito a la entrada del Museo Nacional de Antropología, explicó a Notimex que desde temprana hora empieza a vender sus productos.
“Vengo desde Marina Nacional, en ocasiones con mi carrito, pero si tenemos la oportunidad de encontrar bodega por aquí, lo hacemos”, expresó la comerciante.
Mientras se realizaba la entrevista llegó un grupo de niños que habían visitado el recinto cultural, a los que la comerciante atendió con una fresca y franca sonrisa en el rostro, como lo que hace todos los días, según afirmó.
“Es un negocio que en lo personal ha ido de generación en generación, antes lo manejaba un familiar y ya falleció y ahora lo tenemos nosotros”, indicó.
Los sabores que más vende en helados son los de mango, limón, fresa, crema, vainilla, chocolate, napolitano y galleta, de los cuales los más solicitados son el mango con chile, crema, galleta, fresa y chocolate.
“Todavía hay compañeros que viene a vender sus paletas y helados, más los fines de semana, como el sábado y domingo, y más en esta época de calor donde se consume más las congeladas de rompope y la paleta de limón, que son las más tradicionales”, indicó.
Concluyó que este negocio es una fuente de trabajo que ella aprecia, porque de las ganancias sale para sus gastos, para sostener su hogar.
Entre puestos de comida, juguetes, carritos de palomitas y hasta algunos que se dedican a pintar a los niños, Laura Orozco ofrece sabor y frescura en su carrito de paletas con el que recorre el Zoológico de Chapultepec, la Casa del Lago y el Museo de Arte Moderno.
“Llevo apenas tres meses como trabajadora en este carrito de helados y paletas, de los cuales la gente se inclina más por los helados de limón y mango, pero también hay de coco, vainilla, fresa y chocolate”, precisó.
En medio de gritos de vendedores que promueven lentes para el Sol desde 10 pesos o palomitas con su chilito, entre otros productos, la vendedora de paletas y helados comentó que el público que más compra el producto es el infantil.
“Los infantes piden más los helados por su color, como el chicle y uva, así como el de mango o limón, pero los padres o gente adulta piden el de limón o el de coco”, indicó al momento en que ya llegaba la clientela.
En un rincón del Bosque de Chapultepec se encuentra La Feria, un espacio de juegos mecánicos; ahí, entre un lago y fuentes modernas, Fernando Morales ofrece sus productos en el reconocido cubo blanco montado sobre tres ruedas, de las cuales la delantera es la más pequeña.
Dijo que tiene 45 años trabajando vendiendo paletas y helados. “Vengo empujando el carrito desde el Mercado del Chorrito, (y empiezo a vender) desde temprana hora, como a las 10 de la mañana para terminar a las seis de la tarde”, detalló.
Hizo memoria y relató que inició ese trabajo en 1972, cuando tenía 15 años de edad y llegó a la Ciudad de México buscando emplearse en algún oficio, pero como le pedían documentos de identificación y no tenía tuvo que buscar otras opciones, y así llegó a este negocio.
“Un amigo me dijo que estaban dando permisos en la Delegación Miguel Hidalgo, como no pedían nada duré un año y me dieron una cedula y de ahí empezó todo, que otros empezaron y que ya algunos (de ellos) han fallecido, pero seguimos nosotros aquí”, apuntó.
El rostro de Fernando Morales empezó a entristecerse pero pronto recupero la alegría al notar que se acercaba un grupo de personas para adquirir las paletas, nieves y sándwiches de helado que vende, de sabores tradicionales y nuevos.