En el centro del país, a lo largo de 2,900 kilómetros, se traza la ruta más extensa y antigua de América. Esta ruta es conocida como el Camino Real de Tierra Adentro o el Camino de la Plata.
Esta propiedad cuenta con 60 sitios inscritos como Patrimonio de la Humanidad, cinco de ellos son urbanos y los otros 55 tienen relación con la carretera. Encontramos puentes, haciendas, conventos, monumentos, centros de ciudades históricas, entre otros.
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Entre el siglo XVI y el siglo XIX fue la ruta comercial minera que conectaba a la Ciudad de México con Santa Fe, Nuevo México, EE. UU. La ruta que sigue este camino comprende la Ciudad de México, el Estado de México, Hidalgo, Querétaro, Guanajuato, Jalisco, San Luis Potosí, Aguascalientes, Zacatecas, Durango y Chihuahua; y en EE. UU., los estados de Texas y Nuevo México.
Camino con impacto comercial y económico
Esta ruta además funcionó como canal de comunicación, expansión y crecimiento de la Corona Española. Por este camino se transportaban minerales que se extraían de las regiones por las que pasaba la ruta, todas ricas en oro, plata, cobre, turquesas, ópalos, mercurio y sal.
Fue la plata la principal fuerza que impulsó el crecimiento de la riqueza para los colonizadores. Con ella pudieron incrementar el comercio y activar la economía, las cual les permitió establecer urbes para el asentamiento de los trabajadores, siempre bajo el dominio de la Corona Española.
También creció el impacto de la evangelización en territorios norteños. Con las carreteras y puentes se pudo crear una integración social con las ciudades multiétnicas, así como un constante intercambio de cultura y desarrollo en estas locaciones.
A la fecha este camino conjunta cultura, historia, arquitectura, paisaje natural, arte, urbanismo, tradición y muchas cosas más que la hace una riqueza única del país para el mundo.