A tan solo seis kilómetros de Chichén Itzá se encuentra uno de los vestigios mayas subterráneos más importantes de la región. Las grutas de Balankanché, son un centro ceremonial maya. Su nombre significa “trono del sacerdote jaguar”. Y hace referencias a los rituales que se realizaban en este lugar.
Para llegar hay que tomar la carretera 180 y tomar la desviación que conduce hasta la Unidad de Servicios Culturales y Turísticos. Asimismo, las grutas fueron descubiertas Edward Thompson y Alfred tozzer en 1905. Sin embargo, su hallazgo arqueológico fue reconocido hasta 1932.
La caverna desciende a una profundidad de 10 metros y cuenta con más de un kilómetro de senderos explorados. Aproximadamente, a 200 metros de la entrada, está una especie de altar ceremonial que lleva el nombre de Trono de Balam. Por el cual, le dieron el nombre a las grutas.
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Espectáculos de luz y sonido en Balankanché
El altar fue descubierto en 1959, y se cree que está dedicado al dios Chaac. Por otra parte, son consideradas en la cultura maya como la morada de los dioses y la entrada al Xibalbá (inframundo).
En Balankanché se han encontrado vestigios de ceremonias como incensarios, ofrendas de joyería. Además, cerámica, figuras del dios Chaac y jaguares de jade. Las reliquias halladas datan de los periodos Preclásico, Clásico y Posclásico. Si miras hacia arriba, podrás ver estalactitas que al gotear dispersan destellos de luz.
Balankanché es un centro arqueológico con los servicios necesarios para atender al público. Además de estacionamiento y sanitarios, tiene un jardín botánico. Así como un museo donde se muestran fotografías y se explican los rituales que se realizaban en la gruta.
Si quieres que tu experiencia sea inolvidable, disfruta del espectáculo de luz y sonido que narra la historia de Balankanché, o asegúrate de integrarte a un grupo para una visita guiada.
FOTO PRINCIPAL: GOBIERNO DE YUCATÁN