Desde hace más de 7 mil años y antes de la llegada de los españoles en México ya era muy valioso el amaranto. Por lo mismo, estaba presente en sus rituales y era básico en la alimentación, sobre todo en la de los guerreros.
Al amaranto se le llama ‘ahparie’ en purépecha, ‘huahuatli’ en náhuatl y ‘tez’ o ‘xtes’ en maya. Mientras que para los wixáricas es ‘wa’ve’ y se le conoce como ‘queguei’ en rarámuri.
Te recomendamos: “Epazote, una de las hierbas aromáticas de la cocina mexicana”
Planta relacionada con el sol y la fuerza
Para las culturas prehispánicas el amaranto era fundamental como alimento, como moneda de cambio y como elemento en sus rituales. Aunque sólo son pequeñas y suaves semillas, este pseudo-cereal tiene más poder de lo que te imaginas. De hecho, es muy resistente a las sequías. Por eso, las antiguas civilizaciones le daban un valor sagrado.
Antes de la llegada de los españoles, el amaranto era el alimento de los guerreros gracias a sus propiedades energéticas. Así ganaban más fuerza y vigor. De igual forma, al amaranto se le asociaba con el sol por su color rojizo.
Dentro de sus ceremonias religiosas, las semillas del amaranto se molían y se mezclaban con miel o melaza. También lo mezclaban con la sangre de las víctimas de algún sacrificio y formaban una pasta conocida como ‘tzoalli’. Con ella elaboraban estatuas de dioses y luego los comían.
Esto no agradó a los españoles por lo que cuando llegaron prohibieron su consumo.
¿Dónde se cultiva en México?
Propiamente el amaranto se cultivaba en toda Mesoamérica. Actualmente, en México se producen miles de toneladas año con año.
Entre los estados que más se produce están Puebla, Tlaxcala, Estado de México, Morelos, Oaxaca y San Luis Potosí. Pero también hay grandes cultivos de amaranto en la Ciudad de México, en Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac.
Valor nutrimental del amaranto
Todos podemos disfrutar del amaranto en diversos platillos, bebidas y postres. Puedes prepararlo en unas ricas tortas, en panes, o disfrutarlo en las famosas alegrías o en un atole caliente.
Además de aportar vitaminas A, B, C, B1, B2. B3, ácido fólico, es una gran fuente de proteína, calcio y hierro. Inclusive es mucho más potente que otras semillas y plantas como las espinacas, pues brinda la energía necesaria para tu jornada.
Gracias a sus propiedades y beneficios, se fomenta su consumo y se le propone como una alternativa contra el hambre.
¡No por nada lo consumían los antiguos guerreros mexicanos!
FOTO PRINCIPAL: ASOCIACIÓN DE CONSUMIDORES ORGÁNICOS