Campeche no sólo es un estado lleno de historias de piratas, sus calles también tienen leyendas urbanas como la de la bruja del morro. Aquí te la contamos:
La leyenda
“Cuenta la historia que en los morros de Seybaplaya Campeche, existen unas grutas o cavernas donde rebotan las olas del mar. En esta zona los pescadores no pueden pasar con sus embarcaciones pues son arrastrados y los que caen en esta trampa jamás aparecen. Esto tiene una explicación supersticiosa y muy comentada por los lugareños.
Resulta que hace mucho tiempo en este poblado, la comunidad que lo habitaba desde hace muchos años, notaban que de la noche a la mañana familias enteras simplemente desaparecían del poblado. Al principio no era tan extraño que las familias emigraran por motivo de búsqueda de trabajo pero en este poblado la desaparición de familias era muy frecuente. Los lugareños notaron y se fijaron que estos iban desapareciendo en forma consecutiva de casa en casa.
Esto alarmó a los habitantes del pueblo quienes decidieron contratar un hechicero para que descifrara el misterio. El fulano muy reconocido por dominar la magia blanca en pro de la comunidad, después de varios días, realizó una reunión para notificar al pueblo el resultado de su trabajo.
Sorprendió a los pueblerinos cuando les dijo que la razón por la que las familias desaparecían sin dejar rastro era porque el pueblo era visitado por un ser maligno con apariencia humana, la cual devoraba a toda la familia; de esta manera no dejaba sospecha alguna. Mas el hechicero no era capaz de atraparla si no hasta el momento que este estuviera engullendo a sus víctimas ya que era el único momento en que se despojaba de su apariencia humana.
El experto brujo ideo un plan en el cual sería expuesta la familia que en el orden cronológico continuaría para la bestia. Cuidadosamente planearon con todos los miembros de la familia la forma en que atraparía al ente demoníaco, conocido como la vieja Ishawuu. Para esto se incorporaría a la casa como un miembro más de la familia.
Uno de esos días, llegó a la puerta a tocar una viejecilla inofensiva y de mirada triste la cual argumentaba que estaba de paso por el pueblo y que no tenía donde pasar la noche y pidió que si podía pasar la noche en cualquier parte de la casa. La familia al ver sus rasgos y la desprotección aceptó gustosa de dar posada a la viejecilla, sin sospechar que esa noche corrían un gran peligro. Astutamente el hechicero, no muy convencido, se preparó sin avisar a la familia para no alertar a la bestia.
La viejecita muy apacible ubicó su jacal a la salida de la puerta trasera que llevaba a los baños de la humilde casa. Pasada la media noche el hechicero notó que uno a uno los miembros de la familia iban saliendo directo a las letrinas con signos en sus rostros típicos de un dolor de estómago.
Al notar el hechicero tal situación, se preparó con sus herramientas de trabajo y salió al lugar donde reposaba la viejilla pero se llevó una gran sorpresa al ver que allí solo había un bulto de pellejo. Inmediatamente tomo tal pellejo y rezando unas oraciones lo rellenó de sal y acto seguido, procedió a juntar una gran cantidad de bejucos, los cuales mojó con agua bendita.
Corrió sigilosamente al baño y encontró a un animal con forma demoníaca con la boca abierta más grande que la de un ser humano que ya tenía engullido a un miembro de la familia. Sin darle tiempo alguno a la bestia, la envolvió con las ramas antes preparadas y le echo un conjuro. Las ramas inmediatamente se convirtieron en cadenas las cuales lo atraparon y sujetaron sin que se pudiese escapar.
Los habitantes del pueblo encerraron a la vieja Ishawuu en las grutas para que se ahogara cuando subiera la marea ya que al hacerlo se inundaban por completo. De este modo la bruja se ahogó encadenada por el conjuro, no sin antes lanzar un grito de amenaza de que regresaría a vengarse.
Dice la leyenda que el hechizo del brujo solo fue por 300 años y que en estos tiempos está por romperse tal hechizo”.