Por Guadalupe Pineda Gutiérrez
Josué Marcial Reyes, un joven de 23 años, quien trabaja en un molino de nixtamal, promueve las tradiciones, cultura y arte en su comunidad e impulsa el uso del popoluco, con canciones de rap y otras estrategias que buscan preservar dicho dialecto.
Su padre, Jorge Marcial Santos, es hablante de la lengua popoluca, la cual se encuentra en peligro de extinción, pues sólo la conocen un centenar de habitantes en la región de Sayula, “Lugar donde pican los moscos”, ubicada en la zona olmeca en el sur de Veracruz, donde habitan 32 mil personas.
De acuerdo con el antropólogo social, José Carlos López, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Jorge Marcial Santos, de 48 años, apoya a su hijo Josué debido a una experiencia que tuvo cuando era joven, al viajar como jornalero agrícola a Estados Unidos.
El indígena aprendió a “apreciar la riqueza de su cultura cuando salió del pueblo, supo que su lengua, comida, barrios y costumbres eran únicos y diferentes a las de cualquier gente de México”, explicó el antropólogo.
Así, el hijo sigue al padre y después del trabajo en el molino de nixtamal, el joven Josué Marcial viaja a Jaltipán, Cosoleacaque, Soconusco, Acayucan y otras poblaciones, en donde con un grupo lleva a cabo actividades culturales, como fandangos, cursos de jarana y zapateado, y talleres de lengua indígena.
El investigador estudió en su tesis de maestría a Josué, un joven que apenas con bachillerato concluido, ha llevado adelante varias iniciativas para promover la cultura y la lengua popoluca.
Señaló que una de las estrategias que ha desarrollado de manera independiente es la creación del grupo de rap Sector 145, para fomentar el uso de la lengua, en riesgo de desaparecer.
“El uso del rap entre estos jóvenes es múltiple, sirve para expresar su identidad como jóvenes y su experiencia como etnicidad”, afirmó el antropólogo.
Por su parte, Josué explicó que “canto rap en lengua popoluca, soy de Sayula de Alemán. Adapté el rap a la cultura indígena, yo la adapté a la región”.
Para la producción de su música, el joven, conocido en el medio como “Tío Bad” se vale de micrófonos y sintetizadores donde reproduce ritmos “sampleados” para finalmente componer la pieza definitiva.
Sobre el uso del popoluco en el rap, Josué expresó que es “como saber que el rap es parte de la cultura estadunidense, hecha por negros que se expresan sobre su barrio. “Nosotros decidimos tomar el rap y adaptarlo a nuestras costumbres y tradiciones”.
Además, “buscamos retomar esa música para hablar de nuestras costumbres y de la lengua popoluca”.
A partir de la música, Marcial Reyes ofrece propuestas a la juventud y la niñez en la localidad, para incentivar su interés por la cultura y la lengua indígenas.
Josué se cansó de escuchar siempre que su lengua materna, el popoluco, se estaba dejando de practicar. “Todos se lamentaban sin que hicieran alguna propuesta o en su barrio se reunieran para organizar un taller de popoluco”, expuso el rapero.
Entonces creó el colectivo Altepee, con el que organizó una serie de estrategias para integrar elementos que forman parte de la matriz cultural originaria, como relacionar a los popolucas con la armonía de la naturaleza y la Madre Tierra como portadora de la riqueza de los campesinos.
Uno de sus principales intereses es que los jóvenes y niños que acuden a sus talleres se acerquen a los adultos mayores campesinos de los poblados cercanos a la cabecera municipal para que aprendan el popoluco.
Ahora Josué ha dejado de lado el rap para dedicarse al son jarocho, con un grupo de jóvenes de entre 15 y 18 años, y de niños de 10 a 12 años, quienes se sienten atraídos por sus interpretaciones del hip-hop.
Otra iniciativa de Josué es enseñar al grupo de niños y jóvenes a sembrar semillas, con la ayuda de los adultos mayores popolucas, porque esto genera la comprensión de los significados lingüísticos y cosmogónicos de las prácticas en popoluco.
Con respecto al uso de la lengua, en el lugar más apreciado para el joven promotor y músico están los mayores, que hablan el idioma y tienen conocimiento de ciertas prácticas que les fueron heredadas, a los cuales denomina los “auténticos popolucas”.
Luego se encuentran aquellos que se han esforzado en seguir comunicándose en la lengua popoluca y han utilizado elementos de la cultura indígena, que son llamados “popolucos”.
En otra instancia están quienes no se interesan en su cultura y lengua, pero tampoco niegan sus orígenes indígenas, a quienes llama los “sayuleños”.
“Todos somos indígenas en esta región, pero pocos asumimos la importancia de conocer nuestras raíces, costumbres, cultura y expresiones artísticas, por eso quiero sembrar esta semilla en los niños y jóvenes”, afirmó el “Tío Bad”.
Los popolucos hablan una lengua mixe-zoqueana y junto con los mixes, son descendientes lingüísticos y culturales de los olmecas, civilización madre de Mesoamérica, cuya lengua ha sido traducida, a partir del proto-mixe-zoque reconstruido.
Son considerados como una rama de la etnia mixe, zoque y olmeca y, al contrario que otros grupos, no mantienen una solidaridad étnica, sino más bien lingüística.
Este grupo indígena habita en el sur del estado de Veracruz, principalmente en los municipios de Oluta, Sayula de Alemán, Texistepec, Hueyapan de Ocampo, Mecayapan, Pajapan y Soteapan.
Los hablantes de esta lengua sufrieron una pérdida importante, debido a que el náhuatl y el español se generalizaron, por su situación geográfica, en el istmo de Tehuantepec, que fue crucero de culturas, comercio y otras influencias.