María Cenobia Izquierdo Gutiérrez, mejor conocida como María Izquierdo, nació el 30 de octubre de 1902. No sólo fue una gran pintora y muralista, sino que fue la primera mexicana en exponer su obra en Nueva York.
Ella nació en San Juan de los Lagos, Jalisco. A la edad de 15 años se casó con un militar y tuvieron tres hijos. Sin embargo, se divorciaron doce años más tarde.
Entonces entró a la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) donde Diego Rivera era el director. Su trabajo atrajo la atención del muralista y, de hecho, la consideró como una pintora con una carrera muy prometedora.
Tiempo después, María Izquierdo se relacionó con Rufino Tamayo, de quien aprendió algunas técnicas.
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La primera pintora mexicana en NY
Para 1930, la invitaron a exhibir sus obras en el Art Center de Nueva York. Dicha muestra consistió en 14 óleos con retratos, paisajes y naturalezas muertas. Así se convirtió en la primera pintora mexicana en exponer sus obras en Nueva York.
Pero su fama no quedó ahí. Luego de conocer su trabajo, el curador René d’Harnoncourt incorporó sus trabajos a la exposición Mexican Arts. Esta exhibición de arte popular y pintura la organizó la American Federation of Arts en el Metropolitan Museum en Estados Unidos.
Poco a poco su trabajo fue conocido en otras ciudades como París, Brasil y Tokio. También otros artistas, escritores reconocieron el valor de las piezas de la muralista mexicana.
Su estilo nacionalista
La obra de María Izquierdo contribuyó al movimiento nacionalista porque resaltaba el folclor, fiestas y tradiciones mexicanas. Entre sus trabajos más importantes están: “La sopera”, “El teléfono”, “Escena de circo” y “Orquídeas”. Otras obras que destacan son: “Viernes de Dolores”, “Retrato de Belém” y “Niñas durmiendo”, así como otros retratos.
Su estilo se distingue por el uso de colores intensos, característica propia del nacionalismo. Por otro lado, también remarcaba la presencia de mujeres en algunas de sus obras.
María Izquierdo y el final de su carrera
Después, Izquierdo volvió a casarse en 1938, con el pintor chileno Raúl Uribe, quien se encargó de impulsarla. Por lo que le ayudaba a vender sus obras a diplomáticos.
Si bien parecía que todo iría bien con su carrera, lamentablemente sufrió una parálisis de lado derecho de todo su cuerpo. Esto ocurrió en 1948 y Uribe se divorció de ella. A pesar de la parálisis continuó pintando, ahora con su brazo izquierdo.
Finalmente, murió en 1955 por una embolia y en la completa miseria. Pero su trayectoria como pintora no quedó en el olvido. Hasta el 2012, sus restos se depositaron en la Rotonda de las Personas Ilustres en el Panteón de Dolores.