En ciertas regiones de Hidalgo está prohibido mencionar a la bruja los viernes. Muchas personas tienen caminos de sal en sus techos y tijeras en forma de cruz bajo sus camas. Y si hay un recién nacido, las precauciones deben ser mayores porque en cualquier noche podría aparecer alguna bruja. #AyNanita
Sobre todo, en el Pueblo Mágico de Huichapan, se escuchan frecuentemente entre los pobladores leyendas sobre brujas. Algunos aseguran haber visto bolas de fuego volar por las noches en el cerro de Coatépetl u otras zonas cercanas. También se cuenta que se mutilan a sí mismas, se arrancan los ojos, los brazos o las piernas.
Durante las noches se convierten en guajolotes y salen en busca de algún recién nacido para chuparle la sangre. Lo peor es que podría ser cualquier mujer de la población y sin querer podrías encontrarte con alguna.
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La bruja y su esposo
Una leyenda relata la historia de un hombre al que todos le decían que su mujer era una bruja. De igual forma, le decían que la comida que le preparaba cada día estaba hecha con sangre de recién nacido. Así que el hombre decidió espiarla para confirmar el rumor.
Esa noche, llegó a su casa y le dijo a su esposa que se dormiría temprano. Entonces ella le respondió que sólo terminaría de cocinar y también se acostaría.
Al acostarse, el hombre le hizo un agujero a su cobija, desde donde la espiaría. Tal fue su sorpresa cuando vio que la mujer se desprendió de su pierna y se convertía en un guajolote. Después salió volando de la casa.
De inmediato, el hombre quemó la pierna de la mujer y la esperó hasta el amanecer. Cuando la bruja volvió, traía consigo la sangre de un niño para terminar de cocinar. Poco a poco, se volvió a transformar en forma de mujer, pero al no encontrar su pierna cayó en desesperación.
Atrapando a la bruja
Por allá por El Arenal, Hidalgo, se dice que las brujas se escondían entre los mezquites para no ser descubiertas. Y se cuenta esta otra leyenda.
Un niño se enteró de la identidad de una bruja de su pueblo, por lo que comenzó a seguir a la señora. Ya la había visto rondar por la casa de un recién nacido, así que decidió esconderle sus piernas.
Al siguiente día, una anciana llegó por la casa del niño, pero no podía pararse ni moverse. Entonces la familia del niño la hospedó en su casa. Pero como el pequeño sabía que se trataba de una bruja, la encerró con llave y le clavó alfileres en la falda. También le puso sal y agua bendita a su comida para que no comiera.
Como la bruja no pudo escapar, le explicó a toda la familia quién era. Por temor a represalias, la madre le pidió al niño que la liberara. A cambio, la bruja prometió no hacerles nada.
A la mañana siguiente, ya no encontraron a la señora en la habitación. Pronto se escuchó el rumor de que había fallecido la mujer anciana que vivía cerca del mezquital. Estas son sólo dos leyendas de brujas en Hidalgo, pero en realidad hay muchas más. Y ten cuidado, algún día podrías encontrarte con alguna.