Después del acuerdo con Estados Unidos, México se comprometió a implementar medidas inmediatas para reducir el nivel migratorio hacia ese país. De lo contrario, el presidente Donald Trump retomaría la vía arancelaria. Por lo que, a menos de dos semanas, la Guardia Nacional ya se colocó en la frontera sur. De igual forma, ya está en marcha el Plan Integral de Desarrollo para Centroamérica. ¿Pero de qué se trata?
Apoyo a El Salvador, Honduras y Guatemala
El pasado 20 de junio, López Obrador se reunió con Nayib Bukele, presidente de El Salvador. La ceremonia se llevó a cabo en el Vivero Forestal Militar de Tapachula, Chiapas. Ahí dieron inicio al programa “Sembrando Vida”. Éste consiste en el plantío de árboles maderables y frutales en El Salvador para cubrir 50 mil hectáreas. De esta forma se generarán 20 mil empleos permanentes con el propósito de que los habitantes no tengan la necesidad de salir de su país. La inversión para este programa será de 30 millones de dólares, según lo señaló el gobierno mexicano.
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Por otro lado, México invertirá 100 millones de dólares directos en Honduras y Guatemala. El objetivo es generar empleo para 40 mil personas con la siembra de 200 mil hectáreas en esos países. Además, el plan incluye otros programas sociales.
Durante la ceremonia en Tapachula, el presidente de México hizo un llamado a la fraternidad universal. De hecho, solicitó el apoyo de Unicef y de la Unión Europea. Mientras que el secretario de relaciones exteriores, Marcelo Ebrard, aclaró que la inversión será sin condiciones económicas, financieras o políticas.
¿Cuál es el objetivo de tal inversión?
El Plan Integral de Desarrollo pretende crear mejores condiciones de vida en los países centroamericanos. De esta manera, busca combatir el creciente flujo migratorio hacia Estados Unidos.
Cabe aclarar, que el dinero que México invertirá salió del Fondo Yucatán, destinado a apoyar a países de Mesoamérica y el Caribe. Sin embargo, la duda es, ¿de verdad era necesario? Algo es seguro, México está condicionado por el gobierno estadounidense.
Este conflicto nos plantea varios panoramas y soluciones. Por un lado, permitir el acceso y dejar que Trump active los aranceles a importaciones mexicanas. Por otra parte, dar empleo y proteger a todos los migrantes centroamericanos. Postura que se saldría de nuestro control porque no contamos con los recursos necesarios para todos y la situación de Honduras, Guatemala y El Salvador no cambiaría.
Otra vía es apoyar a estos países para que no tengan que salirse a buscar oportunidad de sacar adelante a sus familias.Aunque también hay una tercera opción: negar completamente el acceso a migrantes y colocar metafóricamente un muro. Situación que, por experiencia, fomenta una cultura de rencor, y deja de lado la empatía con el dolor humano de los habitantes de estos países.
¿Qué sigue?
Aunque también surge otra pregunta importante, ¿qué sigue? De alguna manera es un salto al vacío. Por lo tanto, debe existir una estrategia por parte de los países centroamericanos para aplicarlo de la manera correcta y que en verdad funcione. Y, de ser necesario, prudente y factible, México pueda intervenir para supervisar el programa y dar seguimiento al dinero invertido. Por supuesto, sin olvidar dar cuenta de los progresos o fracasos del plan al pueblo mexicano.
Pero para ser efectivo, no sólo basta con la generación de empleos, también es cuestión de seguridad. Pues muchos habitantes se ven obligados a salir por el nivel de violencia que hay en Centroamérica. Recordemos que Honduras, Guatemala y El Salvador son países afectados enormemente por el narcotráfico, corrupción y delincuencia, otro gran malestar de nuestro país también.
El programa podría ayudar a erradicar la violencia, pero significa un proceso largo y complicado. Y como no sólo depende de la generación de empleos, debe complementarse con otros programas sociales y educativos.