De entre los juguetes tradicionales más conocidos; el yoyo es uno de los más versátiles y reinventados
Todos los mexicanos, de niños, tuvimos contacto con algún juguete tradicional. Pudo haber sido el balero, el clásico trompo; o más probablemente, el yoyo.
Como la mayoría de los juguetes típicos, el yoyo suele estar hecho de madera. Lo que lo identifica como juguete mexicano, más que cualquier otra cosa, son los colores llamativos y bastante vivos que lo adornan.
En realidad, el yoyo es originario de Grecia. Con el paso del tiempo su uso se expandió por Europa; y en la década de los 20 llegó a América, de la mano de un hombre de las Filipinas, Pedro Flores, que viajó a Estados Unidos. Él abrió su compañía de juguetes; y el yoyo se convirtió rápidamente en uno de los más exitosos.
Por supuesto, gracias a esto, el yoyo no tardó en llegar a México. También se dieron a conocer en Canadá y en el resto del mundo. Sin embargo, en nuestro país se vistió con los colores de fiesta y se comenzó a realizar de manera artesanal; lo cual se sigue haciendo hasta el día de hoy.
Aunque hace algunas décadas se abrió un mercado de yoyos de plástico gracias a su popularidad y a lo barato de la elaboración en masa; el yoyo de madera o artesanal no ha dejado de producirse y de venderse. Muchos lo prefieren, en especial para la elaboración de ciertos trucos, aunque las variantes de este juguete se han ampliado con el paso del tiempo.
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