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Torres de Satélite, plan para la ciudad del mañana que nunca llegó

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Hace más de 60 años surgió un ambicioso proyecto urbanístico en Ciudad Satéliten, que pretendía tener viviendas amplias como los suburbios estadounidenses. No obstante, el plan acabó rebasado e inconcluso. Y, en las Torres de Satélite, reposa el símbolo de la modernidad que nunca terminó por llegar.

Torres de Satélite

El proyecto se enconmendó en 1954 al arquitecto Mario Pani. Quien pensó en el fraccionamiento de carácter residencial para profesionistas y la clase media de la creciente CDMX. Finalmente, la zona se sobrepobló y no cumplió con sus objetivos iniciales.

En su momento, la idea de la “ciudad del mañana” necesitaba un monumento característico, una fuente de agua monumental que Pani decidió encomendar al arquitecto Luis Barragán. Así como al escultor Mathias Goeritz, para realizar el motivo distintivo de la urbanización.

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Las Torres de Satélite

Inspirados en las torres de San Gimignano en Italia, Barragán y Goeritz construyeron cinco torres de concreto en forma de prisma triangular, y con un carácter totalmente escultórico. La más alta tiene 52 metros de altura y fueron concebidas para ser contempladas a la distancia y en movimiento.

Las torres son la puerta de entrada y salida de Ciudad Satélite. El conjunto escultórico se sostiene sobre una plancha de hormigón. En una superficie de 6 mil 900 metros cuadrados, y ligeramente inclinada, que acentúa la verticalidad del monumento. El monumento tienen una textura propia del encofrado de hormigón. Lo que les da un efecto que aumenta de forma visual su altura.

Torres de Satélite
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Las Torres de Satélite se inauguraron durante los primeros días de marzo de 1958. Y durante la segunda mitad del siglo XX, fueron consideradas la imagen de la modernidad del país. Hasta el día de hoy, se les ha modificado el color en varias ocasiones. Sus colores originales fueron blanco, amarillo y ocre. Cabe mencionar que, por motivo de las olimpiadas de 1968, las torres se pintaron de anaranjado para que hicieran un fuerte contraste con el azul del cielo.

En 1989 fueron pintadas dos torres blancas, una azul, una amarilla y una roja, por encargo de las empresas Nervión y Bayer de México. En 2008 el Ayuntamiento de Naucalpan inició trabajos de mantenimiento y se colocó iluminación arquitectónica para resaltar el complejo escultórico.