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“Shared Reading” o lectura en grupo, se instala con éxito en Alemania

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Por Olga Borobio. Corresponsal

“Shared Reading”, o la lectura y el debate de textos en grupos, es una tendencia que nació en Reino Unido y que ahora se está instalando en Alemania con un gran éxito y una fuerte demanda.

Los organizadores son Thomas Böhm y Carsten Sommerfeldt, dos berlineses que tienen sociedades literarias y que están formando grupos en todo el país para practicar este concepto.

En la capital Berlín ya existen siete, además de dos en lengua inglesa, y también hay en Frankfurt. Al mismo tiempo se están organizando grupos en otras ciudades como Bremen, Heidelberg, Colonia y Hamburgo.

El concepto es sencillo: una vez a la semana un grupo de unas diez personas se reúne en torno a una mesa y durante una hora y media se leen pasajes de un libro, que luego van debatiendo poco a poco.

Las lecturas en grupo suponen una forma opuesta de leer a lo que es habitual: en lugar de en silencio, en soledad y de forma rápida, se hace totalmente al revés, en voz alta, por turnos, de forma intencionadamente lenta y se habla e intercambian impresiones sobre lo leído.

Y al final, el resultado son diez versiones de un mismo texto o tantas como los asistentes a la sesión. “Como si fuera una serie de piezas de dominó de imágenes y pensamientos que chocan unas con otras”, explica gráficamente Biggi Maart, una profesora de escuela de 50 años que acude a estas sesiones en la Casa de la Literatura de Frankfurt y habituada también a participar en círculos literarios.

No importa de cuándo daten los textos, los debates suelen acabar llevando al hoy, a la situación actual, trasladando los temas literarios al presente.

En el Shared Reading (Lecturra Compartida) se trata de hablar desde uno mismo y de uno mismo, cuenta Sommerfeldt, un hombre de 49 años de edad que antes trabajó como jefe de prensa de diversas editoriales. “De vincular con la narrativa la vida, el comportamiento o los sentimientos propios”, señala.

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Algo que a muchos lectores experimentados no les resulta nada fácil, asegura. Una práctica que considera buena: la lectura compartida puede acercarnos “ profundamente y muy cerca” a la literatura.

En Frankfurt, las sesiones se celebran en la Literaturhaus (la Casa de la Literatura) y la Stadtbücherei (Librería de la Ciudad). Hay un grupo los jueves y otro separado para personas de mayor edad, además de otro especial para personas con problemas psíquicos, en colaboración con el Heilig-Geist-Hospital. Porque los círculos de lectura pueden ser, además de un proyecto literario, un proyecto terapéutico.

También los científicos se interesan por el aspecto sanador de estos proyectos. Los organizadores se remiten al Servicio Nacional de Salud británico, que ha probado que la lectura en grupo aumenta el bienestar y la capacidad de comunicación, en especial con pacientes que sufren “burnout”, demencia o enfermedades psíquicas.

En el caso de Alemania es el Instituto Max Planck para la investigación educativa quien acompaña a grupos con participantes de más edad para descubrir qué efectos tiene en ellos esta actividad.

La demanda es enorme: en Frankfurt hay una lista de espera de 60 personas y cada día se apuntan más, cuenta Benno Hennig von Lange, de la Casa de la Literatura, que pronto trabajará él mismo como facilitador o mediador de los grupos del jueves. A mediados de mayo la organización formará un grupo más.

Los moderadores o directores de estos grupos reciben una formación especial para ello. También para ocupar este puesto existe una gran demanda.

En Reino Unido, la lectura en grupo de este tipo existe desde hace dos décadas a raíz de una iniciativa surgida en Liverpool.

Una de las iniciadoras, Jane Davis, dio el año pasado una charla en la feria del libro de Leipzig, en el este de Alemania, sobre los motivos que la movieron a iniciarlo: su madre murió a causa del alcoholismo y ella creció en bares entre la gente que prefería beber que leer en grupo. “Leer en grupo es una maravillosa manera de unirse a otras personas”, dijo entonces.

Alemania lo está descubriendo ahora. Y en México, ¿qué estamos esperando?