Por Erika González Reyes
Entre restaurantes, cafés, bares, librerías, galerías y centros culturales, residentes y visitantes de las colonias Roma y Condesa conviven en el ajetreo diurno y el ambiente bohemio y moderno de las veladas nocturnas.
El barrio conformado por estas dos colonias con construcciones de principios del siglo XX, de estilos neoclásico y ecléctico, es uno de los más transitados de la capital mexicana, pues tanto hay oficinas como centros comerciales y de entretenimiento.
La oferta gastronómica, social y cultural de este barrio lo hacen uno de los sitios más recurridos por personas de todas las edades, pues tanto hay parques donde los pequeños pueden disfrutar de área recreativas y jugar con sus mascotas, como adultos mayores que toman una banca para descansar de sus caminatas.
De acuerdo con el sitio mexicocity.gob.mx, los nombres de las calles de la colonia Roma, una de las últimas del porfiriato (1876-1911), provienen de las poblaciones visitadas por el Circo Orrin, propiedad de E.W. Orrin, socio de la inmobiliaria que hizo este fraccionamiento cuyas casas se apegaron a formas art nouveau y neoclásicas.
En tanto, la historia de la Condesa se remonta a los tiempos de la Nueva España, cuando entre los poblados de Tacubaya y la Romita, se hallaba la hacienda de Santa María del Arenal, propiedad que tuvo varios dueños hasta que en 1704 fue comprada por la condesa María Magdalena Dávalos de Bracamente y Orozco, de cuyo título nobiliario surge el nombre de esta colonia capitalina.
El portal condesa.com.mx refiere que fue a inicios del siglo XX cuando comenzó el fraccionamiento de la zona, entre la colonia Roma, el viejo casco de Santa María del Arenal y el acueducto de Chapultepec.
Señala que desde que fue fundada, en 1927, la Condesa fue un hipódromo y el sitio predilecto de la clase media capitalina, pero también de varias comunidades extranjeras asentadas en la Ciudad de México, entre ellas la inglesa, la judía, la alemana, la española y la argentina.
Flanqueada por vialidades tan importantes como Paseo de la Reforma y las avenidas Insurgentes, Chapultepec, Nuevo León, Monterrey y Alfonso Reyes, la colonia Roma posee el micro-barrio La Romita, que era uno de los caminos más cercanos al pueblo de Chapultepec, y cuyo nombre se debe a la similitud con la ciudad de Roma, Italia.
En el barrio Roma-Condesa, a la par de su buen ambiente especialmente nocturno, los paseantes pueden admirar el Templo de Santa María de la Natividad o de San Francisco Javier del siglo XVII; las parroquias de la Sagrada Familia, de la Coronación y de Santa Rosa de Lima, así como la Capilla Alfonsina también conocido como Centro de Estudios Literarios.
Otros puntos a visitar son la casa del poeta Ramón López Velarde y el mercado local El Parián, aunque igualmente se puede caminar por la calle de Orizaba, donde se encuentran la Casa Lamm y el edificio Balmori, interesantes por su arquitectura.
Un recorrido por este barrio puede incluir un receso por las plazas Luis Cabrera, Río de Janeiro con más de 100 años de historia; la Popocatépetl y de las Cibeles –que posee una réplica de la escultura ubicada en Madrid-, así como los parques México y España, inaugurado en 1921 con motivo del centenario de la consumación de la Independencia de México.
Para quienes gustan de la cultura, esta colonia cuenta con la Casa Universitaria del Libro de la UNAM, inaugurada el 10 de diciembre de 1986, así como el Teatro Charles Lindbergh, ubicado al aire libre.
A mediados del siglo XX, las colonias Roma y Condesa decayeron un poco debido al auge de otras zonas de la Ciudad de México, como Santa Fe, aunque después de las afectaciones por el sismo de 1985, vecinos e inversionistas del barrio decidieron arriesgarse y apoyar el levantamiento de sus colonias.
A pesar de su casi un siglo de existencia, este barrio se mantiene vigente y tiene a residentes de todas las nacionalidades y visitantes de cualquier lugar de la zona conurbada y cualquiera de las entidades del país, quienes viven la magia del sincretismo entre el arte y la cultura del pasado y presente.