Más México

Mas México

Restaurar bicicletas antiguas, el oficio de reconstruir historias

Spread the love

Por Sharon Cuandón

Una bicicleta antigua es más que un montón de fierros oxidados o un juguete olvidado por los niños, se trata de un vehículo que alberga cientos de historias que acompañan a diferentes generaciones, consideró Ana Arrieta Gutiérrez, restauradora de bicicletas.

“Reconstruir una bici es darle vida nuevamente a que aquel transporte que en algún momento perteneció al abuelo y luego al padre, para que pueda seguir acompañando a nuevos dueños a vivir más aventuras”, dijo en entrevista una de las dueñas de “La Burra Antigua”, uno de los pocos talleres en la Ciudad de México dedicado a reparar modelos antiguos.

Este es el fin último del trabajo que realiza la especialista en restauración y para lograrlo, además de un trabajo mecánico, requiere una labor artística y artesanal, así como una fuerte base de investigación que permita llegar al diseño original de cada pieza.

Por eso, en el taller de Ana se pueden encontrar más de 200 catálogos con información de modelos que datan de finales de 1800 y en adelante, con números de serie, piezas y año de fabricación de diseños de Benotto, Schwinn, Colnago, Cinelli, Dolomiti, Olympia y Búfalo, entre otras marcas.

restaurar-bicicletas-antiguas-el-oficio-de-reconstruir-historias

“Cuando llega una bicicleta antigua primero se debe buscar la marca, el año, la serie y toda la información para ensamblar las piezas originales, después se procede a pintarlas, nada hacemos con calcomanías, aquí lo importante es dejarlas tal cual salieron de fábrica en su momento”, detalló.

El material para las reconstrucciones se obtiene principalmente de trueques y eventos de intercambio organizados por los clubes que hay en México, mientras que otras se tienen que conseguir por pedidos especiales.

“Resulta importante que todo sea original por eso los tiempos de entrega varían según el estado en que llegue la bicicleta y las reparaciones que necesite, podemos tardarnos desde dos hasta seis meses, de igual manera pasa con los costos, el trabajo más caro que he hecho hasta el momento fue de ocho mil pesos”.

Ana comenzó este oficio cuando era adolescente y a lo largo de los años se ha interesado en estudiar y conocer los modelos más antiguos que existen en México, una actividad que no ha sido fácil pero que le ha dejado grandes satisfacciones con cada pieza que rescata.

“Es muy bonito para mí cuando una persona viene con una bicicleta y me dice: este fue el medio de transporte de mi abuelo hace muchos años y quiero volver a usarla porque pienso en todas las historias que ya trae consigo y que está en mis manos que pueda contar más”, expresó emocionada.

La restauradora recordó que su interés por las bicicletas antiguas nació de una experiencia propia y muchos años después, combinando su conocimiento en electrónica con su pasión por el vehículo de dos ruedas, montó su propio taller junto a su amigo Luis Ángel López.

“Cuando era pequeña teníamos una muy viejita y a cada rato se descomponía, llovía y se ponchaba, salía y algo le fallaba, por eso la bauticé como ‘la burra antigua’, pues cabe mencionar que antes a las bicicletas se les conocía como burras, de allí nació el nombre de nuestro negocio”.

Ahora, con más de cuatro años con el taller, Ana ha restaurado cientos de bicicletas y con ellas la ilusión de muchas personas por usar un modelo antiguo que tal vez creían inservibles.

restaurar-bicicletas-antiguas-el-oficio-de-reconstruir-historias

La reconstrucción de la bicicleta más antigua que ha hecho fue una pieza francesa de 1945, rodada 20 de llanta dura y ha tenido modelos de casi todos las décadas: 50, 60 y 70, las cuales pertenecen principalmente a coleccionistas.

“Este trabajo además de grandes satisfacciones te lleva a conocer muchas historias, en una ocasión una persona me trajo una bicicleta que era de su abuela y quería restaurarla para que la señora pudiera verla funcionando nuevamente antes de morir”.

De acuerdo con Ana, cada persona tiene una historia y cada bicicleta también por eso no le resulta conveniente coleccionarlas, pues una bicicleta es para usarse y acompañar a la gente a descubrir nuevas cosas y no para estar en exhibición y empolvarse.

Gabriel López Martínez es un joven que lleva dos años trabajando con Ana, a quien conoció porque llevó a reparar su bicicleta tras un accidente que tuvo, y su intención es especializarse para contribuir a la preservación de los vehículos antiguos.

“A todos mis conocidos les digo siempre que se suban a una bicicleta, pueden irse así a la escuela o solo a pasear, te ayuda a conocer más gente y a vivir cosas diferentes”, opinó.

Gabriel consideró que una bicicleta antigua es diferente a los modelos más actuales en cuanto a calidad, pues ahora los fabricantes se preocupan más por la cantidad.

“A veces la gente ve una bici y piensa que es cualquiera o igual a todas, pero cuando vas conociendo más sobre este mundo te das cuenta de que cada una tiene sus especificaciones, las del panadero son diferentes a las del afilador, por ejemplo, y conocer todo esto me ha llevado a especializarme más”, concluyó.