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Refranes mexicanos: el origen de la sabiduría popular

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“Tlalticpac Toquichtin Tiez”
(La tierra será como los hombres sean)

-Proverbio náhuatl.

México se caracteriza por el ingenio y la espontaneidad con la que su gente responde a todo tipo de situaciones, desde las más chuscas hasta las más difíciles. Si bien es verdad que nuestro lenguaje es único, rico y muy colorido, entre sus múltiples formas se ocultan verdaderos mensajes de sabiduría popular: los refranes ¿Cuáles te sabes y de cuántos conoces su significado?

 

¿Refranes…? ¿Qué, cuándo, dónde?

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Un refrán es una frase corta que en forma de metáfora expresa una enseñanza o un consejo, por lo general con gracia e ironía, con el objetivo de generar una reflexión en quien lo escucha. Rastrear el origen de los refranes se convertiría en un esfuerzo titánico que implicaría reconstruir todo el bagaje lingüístico que arrastran tras de sí; sin embargo, es posible seguir algunas pistas contenidas en la tradición oral por medio de la cual han llegado hasta nosotros.

Arrieros somos y en el camino andamos: versión mexicana del karma, es decir, que toda acción buena y mala que hagas, algún día se te devolverá.

El muerto al pozo y el vivo al gozo: lamento mucho tu pérdida pero… ¡La vida sigue!

Ni pichas, ni cachas, ni dejas batear: no haces nada, pero tampoco permites que alguien haga algo.

Acocote nuevo, tlachiquero viejo: el acocote es un fruto hueco y alargado que se usa para extraer el tlachique, o aguamiel; lo que el refrán quiere decir es que si no eres experto en algo, mejor dale paso a quien sí lo sea.

Caminando y meando, pa’ no hacer charco: si te lo dicen, es para que dejes de andar de hablador sobre hacer algo y te apresures a hacerlo (también es una forma de decir “no hay tiempo para detenerse ni lugar para orinar, así que tendrás que hacerlo mientras caminas”).

Al nopal sólo se arriman cuando tiene tunas: el convenenciero nunca te va a hacer caso sino hasta que te empieza a ir bien.

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No le estés dando vuelta al malacate porque se te enredan las pitas: el malacate es una especie de máquina de coser indígena y las pitas son las fibras del hilo que se usaba. El refrán dice que si ya la regaste, mejor déjalo así y no compliques más las cosas.

Me he de comer esa tuna aunque me espine la mano: por muy complicado que sea, me cae que lo consigo.

La puerca más flaca es la primera que rompe el chiquero: el que parecía más incapaz, fue el primero en conseguir lo más difícil.

Mejor aquí corrió que aquí quedó: No le juegues al valiente y mejor córrele que aquí espantan.

Como ocurre con cualquier idioma, los refranes son resultado de la fusión cultural, de los cambios en la sociedad, de la adaptación de la lengua a los nuevos tiempos, etc.; en México, el refrán ha surgido de una mezcla entre lo indígena y lo europeo, pues aunque se sabe que buena parte de ellos proviene de España, en el México prehispánico, como en muchas otras partes del mundo, ya existían los proverbios desde mucho antes del contacto con el Viejo Mundo, lo cual indica que los refranes no tienen un origen bien definido: no vienen de ningún lugar, vienen de todos los lugares; no tienen fecha, tienen todas las fechas.

No me traigas tus nahuales, que se chahuistlean las milpas: no andes difamando a la gente, lo mismo has de decir de mí.

Alegre el indio y le das maracas: cuando incitas a alguien a hacer algo que le gusta, pero que quizá no debería (hay muchas variantes como “ves que el niño es chillón y lo pellizcas).

El muerto y el arrimado a los tres días apestan: qué gusto que nos hayas visitado pero… ¿no extrañas tu casa?

Por las hojas se conoce al tamal que es de manteca: no hace falta mucho para conocer a una persona, con la pura actitud se le nota la calaña.

El que es gallo donde quiera canta: sin importar las circunstancias ni el lugar, si eres bueno en algo, sabrás demostrarlo.

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Cuando el tecolote canta, el indio muere: algo malo va a pasar. En el México prehispánico, el tecolote era un temido presagio de mala suerte y hasta emisario del mismísimo averno.

Ahora sí chile verde, dale sabor al caldo: tú que eres bueno en algo, demuéstralo.

Guajolote que se sale del corral, termina en mole: cuidadito con romper las reglas, que las consecuencias pueden ser devastadoras.

A falta de pan, tortillas: si no obtienes lo que quieres, debes conformarte con lo que ya tienes, sea mucho o poco.

Le andas dando vuelo a la hilachano te digo que no hagas cosas malas, pero sé consciente de las consecuencias que puede haber.

Se calcula que en el español moderno existen más de 1,500 refranes, cifra que a nuestro parecer se queda corta si tomamos en cuenta que el ingenio del mexicano tiene la capacidad de inventarse un refrán por cada día de su vida, muchos de los cuales han surgido de las entrañas de las calles y de los barrios que han sido desplazados (también lingüísticamente hablando), que han hecho del refrán su lenguaje, y que hoy en día ya son parte de la cultura mexicana en su conjunto, y del total de su sabiduría popular.

Las cuentas claras y el chocolate espeso: vamos a aclarar las cosas sin dejar lugar a dudas; variante de “cuentas claras, amistades largas”.

Cayendo el muerto, soltando el llanto: trato de compra-venta, es decir “en cuanto me pagues te lo doy”, y viceversa (hay otra versión que dice “dando y dando, pajarito volando”).

No te revientes reata que es el último jalón: ¡No te me desanimes, estás a punto de lograrlo!

Más sabe el diablo por viejo que por diablo: hazme caso que estoy más vivido y experimentado que tú.

Pues si pa’l trompo son las cuerdas: ni tú ni yo lo vamos lograr… mejor llámale al que sí sabe.

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El que nace pa’ tamal del cielo le caen las hojas: no puedes evadir tu destino; es más, todo se va a poner pa’ que lo cumplas de la mejor manera.

A cada capillita le llega su fiestecita: No andes alardeando de tu fortuna y de tu suerte, que por mucho que pueda durar, nada es para siempre.

No le busques chichis a la culebra: pa’ que buscas lo que no vas a encontrar (variante de “no le busques tres pies al gato”).

El peor puerco se llevó la mejor mazorca: ganó el que menos se esforzó.

¿Pa’ qué te metes de payaso si no aguantas las carcajadas? O lo que es lo mismo, “el que se lleva, se aguanta”.

¡Y al que no le guste el fuste, y el caballo no le cuadre, que cambie caballo y fuste, y vaya a Chi… huahua a un baile!