Por Rosario Bugarini
Más que un lugar para visitar, sobre todo en fechas especiales, a los seres queridos que se nos adelantaron en el camino, los panteones son sitios con mucha historia, en ocasiones por su arquitectura o ubicación, pero también por los personajes insignes que ahí reposan.
Los cuerpos de celebridades que dejaron al mundo su música, poesía, pintura o hazañas heroicas descansan en tumbas que van de lo más sencillo o criptas de monumental belleza e historias ocultas.
En cada visita, las leyendas y los relatos vuelven a cobrar vida y los cementerios son ahora un atractivo turístico, incluso cultural.
Entre los principales recintos sacramentales ubicados en la capital mexicana está el panteón de San Fernando, en la colonia Guerrero, que guarda los restos de algunos personajes ilustres del siglo XIX desde 1836, cuando fue abierto para los frailes del Colegio de Propagación de la Fe.
Para 1850, este sitio se transformó en un cementerio público pero uno de los más exclusivos de la ciudad por su diseño, dividido en una pequeña plaza cívica, un panteón grande y un panteón chico, con más de 70 tumbas y 700 nichos.
En el panteón grande se ubica el mayor número de tumbas y nichos, algunos pertenecientes a ciudadanos, otros a generales, doctores y artistas como el político liberal Ignacio Comonfort, el periodista Francisco Zarco y el introductor del telégrafo en el país, Juan de la Granja.
Caminar entre las tumbas y leer las reseñas y epitafios dedicados al insurgente Vicente Guerrero, al militar José Joaquín Herrera y al político Martín Carrera es indagar en la memoria de este lugar, que además ofrece recorridos guiados por actores que recrean la historia de cada difunto personaje.
Sin embargo, lo que más destaca en esta zona es la tumba de Benito Juárez, la de su esposa Margarita Maza y las de sus cinco hijos.
En 1936 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) declaró el lugar Monumento Histórico y el 31 de mayo de 2006 la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México estableció este lugar como museo.
Además considerado uno de los cementerios más antiguos de la Ciudad de México, el panteón de San Fernando es un espacio para entender la conformación del país a través de la historia de vida de sus moradores, muchos de ellos personajes ilustres del siglo XIX.
Asimismo, para conocer otra parte de México, el panteón Dolores tiene mucho que contar, sobre todo de los personajes que escribieron su nombre con letras de oro en la cultura mexicana.
En este camposanto cercano al Bosque de Chapultepec, en la delegación Miguel Hidalgo, está la Rotonda de las Personas Ilustres, inaugurada en 1872, donde se encuentran las tumbas de personajes reconocidos de los ámbitos político, cultural y científico de México.
En este recinto están los restos mortuorios de los pintores David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Diego Rivera y Juan O’Gorman, así como de los poetas Salvador Díaz Mirón y Ramón López Velarde.
Ahí también descansan el actor y compositor Agustín Lara, las actrices Dolores del Río y Ángela Peralta, además de algunos ex presidentes, entre ellos Manuel de la Peña y Peña, Mariano Arista y Sebastián Lerdo de Tejada, entre otros militares y políticos.
El cementerio, cuyo nombre se debe a que fue construido sobre una superficie plana del terreno original que se llamaba la tabla de Dolores, fue fundado el 4 de diciembre de 1874 por Juan Manuel Benfield, y entre sus atractivos destacan los detalles escultóricos y arquitectónicos de los mausoleos.
Ubicado al poniente de la capital mexicana, entre la segunda y tercera sección del Bosque de Chapultepec, en la delegación Miguel Hidalgo, este panteón es uno de los más antiguos y visitados debido a su extensión, de 240 hectáreas que alojan unos 700 mil lotes individuales de tres o cuatro pisos y 260 mil tumbas registradas.
Este camposanto permitió el cierre de los cementerios conocidos como San Fernando y el de Santa Paula, ambos localizados donde hoy se ubica la colonia Guerrero, en la delegación Cuauhtémoc.